Piñeda, M. A. (2007). La creación de la carrera de psicología en universidades católicas Argentinas. Memorandum, 12, 06-28. Retirado em       /  /  , da World Wide Web http://www.fafich.ufmg.br/~memorandum/a12/pineda03.htm

 

La creación de la carrera de psicología en universidades católicas
Argentinas

 The creation of psychology undergraduate program at argentinian catholic universities

María Andrea Piñeda
Universidad Nacional de San Luis / CONICET

Argentina

 

Resumen
Se analizan los inicios de la carrera de psicología en la Universidad del Salvador, Universidad Católica de Córdoba y Universidad Católica Argentina. Se consideran los antecedentes políticos y académicos de su creación. Se parte del primer proyecto de universidad católica argentina hacia principios del siglo XX en el marco del neoescolasticismo, pasando por las controversias entre Iglesia y Estado de diversos momentos de la vida política del país, hasta lograr la oficialización de los títulos tras la sanción de la Ley Domingorena. En el marco de la profesionalización de la psicología argentina, se describe el proyecto educativo de las carreras de psicología en las tres universidades. Se rastrean sus primeros planes de estudio y se aportan datos sobre algunos de sus primeros docentes. Se utilizan diversas fuentes documentales institucionales (ordenanzas, resoluciones, planes de estudio, programas de asignaturas, archivos administrativos de personal, legajos y curriculum vitae), crónicas y fuentes bibliográficas secundarias.

 

Palabras Clave: psicología;  historia; carrera; catolicismo;  Argentina

Abstract
This paper analyses the beginings of the undergraduate program of psychology at Universidad del Salvador, Universidad Católica de Córdoba and Universidad Católica Argentina. Political and academical background of their foundation is considered. It begins with the first project of argentinian catholic university in the early XXth century, within the framework of neoescholasticism. As well, different conflicts in the relation Catholic Church and State along the politic life of our country, are taken into account until the time oficialization of titles was made possible for catholic universities by “Domingorena Law”. Within the framework of argentinian psychology professionalization process, it is described the educative project led by psychology undergraduate programs of each of these universities. First programs of psychology are researched, and also it is provided with data about some of the first teachers. Different institutional documentary resources are used (regulations, resolutions, programs, courses contents, administration files, and curriculum vitae), as well as cronicles and secondary resources.

Key words: psychology; history; career; catholicism; Argentina

 

Introducción 

Las tres primeras universidades católicas argentinas que abrieron la carrera de psicología fueron la Universidad del Salvador, la Universidad Católica de Córdoba –en sus orígenes ambas dependientes de la Compañía de Jesús- y la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires.

La carrera de Psicología de la Universidad del Salvador se encuentra entre las primeras en crearse en el país tanto en el ámbito estatal como privado. En efecto, poco tiempo  después de organizarse la primer carrera de psicología en la Universidad del Litoral (Rosario), en 1955 se creó el Instituto de Psicología en los Institutos Universitarios del Salvador, cuya organización estuvo a cargo del Dr. Juan Rodríguez Leonardi. Tras la oficialización de la Universidad del Salvador, el 8 de diciembre de 1959, el Instituto de Psicología se convirtió en la primer Facultad de Psicología del país (Universidad del Salvador, 2002).

Por otra parte, siendo Rector el Licenciado Presbítero Jorge Camargo, S. J. (1956 – 1965) (http://www.ucc.edu.ar/portalucc/seccion.php?sec=2&pag=229), la Universidad Católica de Córdoba creó la carrera de psicología en el seno de la Facultad de Filosofía y Humanidades en 1959. Esta carrera abrió sus puertas por breve espacio de 17 años, cerrándose  en 1976 en ocasión de la Dictadura Militar.

Mientras tanto, en la Pontificia Universidad Católica Argentina la carrera de psicología fue creada recién en 1961, la misma dependía de la Facultad Libre de Psicología incorporada a la universidad (Klappenbach, 2003).

En el presente trabajo nos proponemos dar cuenta de los años fundacionales de la carrera de psicología en tales universidades (1).

En primer lugar, analizaremos los antecedentes políticos y académicos del proceso de creación de la carrera de psicología en estas tres universidades detalladas, haciendo particular mención del proyecto educativo perseguido por el movimiento neoescolástico institucionalizado en torno al Papa León XIII hacia fines del siglo XIX. Si bien el período estricto a historiar se concentrará aproximadamente entre 1955 y 1965, es decir los diez primeros años de la institución universitaria de gestión privada en argentina, consideraremos algunos antecedentes políticos y académicos más tempranos que ayudarán a comprender el proyecto educativo en cuestión. Así, describiremos el fallido intento de principios de siglo XX de crear una universidad católica en el marco de conflictos políticos entre Iglesia y Estado de ese período. Luego, durante el segundo gobierno peronista, mencionaremos los conflictos en el área educativa entre Iglesia y Estado, y el proyecto estatal de crear la carrera de psicología. Tras la caída del peronismo, la controversia educación "laica o libre" que finalmente se resolviera con la posibilidad de que las universidades privadas otorgaran títulos oficiales en profesiones liberales.

Centrándonos en la carrera de psicología, haremos referencia a su proceso de organización en las universidades estatales, tras el impulso cobrado en el 1º Congreso Argentino de Psicología, realizado en Tucumán en 1954, y a su basamento doctrinal para la creación en universidades privadas.

En segundo lugar, aportaremos algunos datos específicos de las circunstancias de creación de la carrera de psicología en cada una de las universidades privadas que son objeto de nuestro estudio. Habida cuenta la escasa conservación de fuentes que se registra en algunos casos, es también nuestro objetivo poner a disposición ciertos datos que pueden resultar de utilidad para ulteriores reconstrucciones historiográficas respecto de la profesionalización de la psicología en la Argentina, como los primeros planes de estudio,  equipos docentes, etcétera.

Realizaremos un análisis comparativo de los primeros años de desarrollo de la carrera de psicología en la Universidad Católica de Córdoba, Universidad del Salvador y Universidad Católica Argentina.

Se hace uso de fuentes documentales de diversa índole. De tipo institucional, como ordenanzas, resoluciones, planes de estudio, programas de asignaturas; y relativa a perfiles docentes, como archivos administrativos de personal, legajos y curriculum vitae. Se recurre a crónicas y fuentes bibliográficas secundarias.

 

Contexto político de la creación de la carrera de psicología en las primeras universidades privadas

Hacia finales del siglo XIX principios del XX, en un marco mundial caracterizado por la amplia penetración del liberalismo económico y del laicismo, así como del socialismo y del anarquismo, en general era frecuente percibir un clima anticlericalista y anticatólico. En dicho marco y en concordancia con dicho clima, en Argentina, Iglesia Católica y Estado Nacional habían protagonizado diversos conflictos en el terreno cultural y social (Zuretti, 1971).

Por su parte, el Papa León XIII (1810-1903) marcó con dos de sus encíclicas, dos hitos que promovieron la organización de los católicos en respuesta a este clima, y por otro lado, a las necesidades sociales de la época.

En primer lugar, en la Encíclica Aeternis Patris (Eterno Padre, 1879), se recomendaba que en las universidades católicas existentes y aquellas por crear fuera posible vivir fe y razón en armonía y coherencia. Desde el punto de vista doctrinal, como modo de posibilitar este ideal, se enfatizaba en la revalorización del pensamiento escolástico considerado capaz de restaurar los principios racionales fundamentales para la construcción de la ciencia, y a la vez, fundamento de la fe católica y la teología.

Tras el impacto causado por esta encíclica, se visualiza la institucionalización del neoescolasticismo que se desarrolló en el ámbito de la filosofía y diversas ciencias (Caturelli, 2001; Consejo Editorial Sapientia, 1951; Derisi, 1951; 1979; Misiak, 1954; Quiles, 1952; Raeymaker, 1951).

Con el Cardenal Desiré Mercier, George Dwelshauvers o Joseph Nuttin en Bélgica, Agostino Gemelli en Italia, Fröbes o Lindworsky en Alemania, Pace, Michotte o Moore en Estados Unidos, para citar sólo algunos de sus mayores impulsores, el neoescolasticismo también alcanzó prominente desarrollo en el campo de la psicología científica en sus diversas ramas (por ejemplo, clínica, educacional, del trabajo e industrial, pastoral, etc., e inclusive en el campo del psicoanálisis). Logró penetrar destacados centros académicos y profesionales, así como fundar sus propias instituciones universitarias, científicas y profesionales, tanto en Europa como en América. Más allá de las variaciones propias de los paradigmas dominantes en cada contexto cultural de recepción y desarrollo, esencialmente la psicología neoescolástica ha sido una psicología centrada en la persona humana, que buscaba una superación de las concepciones positivistas y deterministas y que posibilitaba la integración tanto teórica como metodológica de diversas vertientes contemporáneas sobre la base del planteo filosófico del hombre entendido como unidad sustancial de cuerpo y alma derivado de la corriente aristotelico-tomista  (Kugelman, 2005; Misiak, 1954; Piñeda, 2003; 2004; 2005ª; 2005b; 2005c; 2006a; 2006b).

En segundo lugar, en 1891 la célebre Encíclica Rerum Novarum, profundo análisis de la cuestión social, dio impulso a la organización de los católicos para la lucha por los derechos humanos que sentían avasallados.

Así, en Argentina, ante lo que consideraban un deterioro de la sociedad, los católicos se proponían plasmar soluciones en las más diversas áreas, planteando una cuestión de fondo: transformar el catolicismo en el principio organizador de la sociedad (Bianchi, 1992).

Entre otras cosas, este movimiento dio lugar al proyecto de creación de una universidad católica. La misma había sido por primera vez proyectada en 1884 durante la Primera Asamblea de Católicos Argentinos, reafirmada en la Primera Pastoral Colectiva de 1899, y su inauguración fue anunciada durante el Segundo Congreso de Católicos, reunido en 1907 (Zuretti, 1971).

En el marco de un proceso de creación de universidades católicas que en las últimas décadas del siglo XIX ya había obtenido abundantes frutos en Europa,  Estados Unidos, Canadá y hasta en Chile, la necesidad de una universidad católica en Argentina se planteaba en la primera década del nuevo siglo. El proyecto respondía a los propósitos de ilustrar la fe de los católicos argentinos; salvaguardar las relaciones entre fe y ciencia, que según se consideraba, corrían peligro en las universidades nacionales argentinas con la penetración del positivismo científico y el socialismo; y formar para el ejercicio de las profesiones liberales, sin que ello significara perder la fe (Zuretti, 1975).

Desde el punto de vista jurídico, se consideraba que no existía ningún impedimento para constituir una "universidad libre", dado que la libertad de enseñanza estaba garantizada por la Constitución Nacional, motivo por el que sólo se requeriría una ley orgánica que amparase dicho derecho.

Sin embargo, durante dos décadas el proyecto había sido demorado en ímprobos esfuerzos de sortear exigencias técnicas que nunca eran satisfechas. Con lo cual, no podía concretarse la creación de una universidad católica.

Pero el 11 de mayo de 1909, pese a todos los obstáculos, se firmó el acta de creación de la anhelada institución de educación superior, en oportunidad de la Tercera Reunión del Episcopado Nacional. En dicha acta, se disponía que la misma se inaugurarse el año entrante.

Así, en 1910, tuvo como primer Rector  al Presbítero Luis Duprat y como Vicerrector al Doctor Joaquín Cullen.

En marzo del año del Centenario de la Revolución, a cargo del Presbítero Ernesto Mayer, la Psicología fue enseñada por primera vez en una cátedra privada universitaria en el seno de la Facultad de Derecho, que fue la primera en funcionar (Zuretti, 1971; 1975).

En 1912, se acordó con el Poder Ejecutivo el otorgamiento de la Personería Jurídica de la Facultad de Derecho Privada, pero se precisaba, según las normativas vigentes, la incorporación de la misma a la homónima de la Universidad Nacional (Zuretti, 1975; Sanguinetti, 1974). En este sentido, el 25 de abril del año siguiente, se conoció el dictamen desfavorable del Consejo Superior de esta última. Este dictamen fue apelado por la Facultad de Derecho Católica, pero la resolución adversa fue ratificada unánimemente, refutando el argumento de inconstitucionalidad del monopolio fiscal en materia de educación universitaria presentado por la Facultad Católica. La negativa se basaba en que el Estado debía retener para sí el derecho de resguardar  los intereses de la cultura nacional, controlando la colación de títulos que habilitasen a las profesiones liberales, por la gravedad de los bienes (salud, fortuna, libertad del prójimo) que el ejercicio de aquéllas podía afectar  (Sanguinetti, 1974).

Tras diversos intentos fallidos posteriores, ya en 1922, al no haber podido obtener la oficialización de los títulos de parte del Estado, la universidad debió cerrarse (Sanguinetti, 1974; Zuretti, 1975). Sin embargo, algunos católicos no podían ver su proyecto resignado. Así, ese mismo año, con el objetivo de estudiar, defender y propagar la Doctrina Social de la Iglesia, que no pudo ser concretado mediante la creación de una universidad católica, se fundaron los Cursos de Cultura Católica, dirigidos principalmente por los Doctores Atilio Dell´Oro Maini y Tomás Casares. Esta institución fue gestora de iniciativas de carácter intelectual y promoción de la cultura de gran envergadura (Amadeo, 1975; Montejano, 1975). Asimismo nacían en su sede distintas corporaciones profesionales (Cappagli, 1975; Mendióroz, 1975). Suponemos que en los Cursos de Cultura Católica la psicología tendría lugar fundamentalmente dentro de las corporaciones de médicos y abogados, ya que recién después de 1955 se comenzaron a formar psicólogos en nuestro país. De todos modos, la disciplina era abordada con seguridad en relación con la formación general filosófica, de lo que entre muchos ejemplos, son un testimonio los cursos de Maritain sobre la persona humana (Maritain, 1937) que terminaron resultando tan polémicos (Meinvielle, 1948).

Es de notar que dentro del catolicismo argentino de este período, la psicología estaba más bien vinculada a la antropología filosófica, salvo la temprana obra del cordobés José María Liqueno (Liqueno, 1919; Caturelli, 2001), la rara excepción de Juan Ramón Beltrán y su integración del psicoanálisis con la doctrina cristiana (Vezzetti, 1989), o trabajos posteriores a 1930, como el de Leonardo Castellani doctorado en Psicología en La Sorbona en 1934 (Castellani, 1934/1991; Piñeda, 2005c), el de Derisi sobre La Psicastenia (Derisi, 1941/1944), o el de Benjamín Aybar vinculado a la psicotecnia y orientación profesional desarrollados ambos a partir de la década del cuarenta (Klappenbach, 2002; Piñeda, 2006a).

Así, en el seno de los Cursos se formaron algunos de los profesionales que luego ocuparían cargos en las universidades católicas de Buenos Aires que lograran constituirse después de 1955. En sí, los cursos fueron considerados "la célula de la Universidad Católica sin títulos ni diplomas" (Montejano, 1975 p.54).

Por su parte, en Córdoba el semillero fue gestado en torno de las figuras de José María Liqueno, Monseñor Rodríguez y Olmos, Martínez Villada, Nimio Anquín que, en el corazón mismo de la Universidad Nacional de Córdoba, hicieron surgir una generación de católicos vinculados al Instituto Santo Tomás de Aquino y a la revista Arx (Caturelli, 2001; Piñeda, 2004; 2006ª), entre quienes se formarían también algunos de los primeros docentes de la Universidad Católica de Córdoba.

Las relaciones entre Iglesia y Estado volverían a ser críticas hacia la segunda presidencia de Perón. Si bien, durante la primera experiencia peronista Iglesia y Estado habían multiplicado mutuas manifestaciones de apoyo, desde el principio ya se venía observando con preocupación de parte de la Jerarquía Eclesiástica el avance que el Estado estaba ejerciendo con relación a ciertas áreas de la sociedad civil, tales como familia, educación y asistencia social, en políticas caracterizadas como estatistas (Gallo y otros, 1998). Aún así, en el terreno educativo Perón había concedido a la Iglesia la mayor libertad de acción desde que promulgara la ley de enseñanza religiosa en las escuelas estatales, elemento preciado en el proyecto de catolización de la sociedad como factor organizador de la misma. Sin embargo, la Jerarquía Eclesiástica se vio defraudada al no permitírsele el nombramiento de sus docentes para la instrucción religiosa, y al visualizar cierto giro en el proyecto educativo del peronismo, que se presentaba ideológicamente a sí mismo -en lugar del catolicismo- como base de la educación de la "nueva Argentina", en la exaltación y cuasi-sacralización de sus líderes, y en la marginación en dicho proyecto de la enseñanza de la religión (Bianchi, 1992; Lobato & Suriano, 2000).

Para 1954, cuando se derogaba la ley de enseñanza religiosa en las escuelas de gestión estatal, ya había madurado un radical cambio de estrategia respecto al proyecto educativo y la catolización de la sociedad. Esta consistía en mantener al máximo la separación entre Estado e Iglesia, garantizando la autonomía de la última para poder ejercer la "libertad de enseñanza", invocando el artículo 14 de la Constitución Nacional -el derecho a asociarse con fines útiles, profesar libremente su culto, enseñar y aprender. Esta libertad de enseñanza a la que se aspiraba, requería  que los establecimientos privados pudieran expedir certificados de estudios y títulos habilitantes. Reconocía el derecho del Estado a fiscalizar la enseñanza, al mismo tiempo que el deber de sostener la educación pública, tanto de gestión estatal como privada, distribuyendo equitativamente el presupuesto (Bianchi, 1992).

Así, se habían ido sentando las bases para que se reimpulsara el viejo proyecto de constituir una universidad católica. La oportunidad de su fundación vería un antecedente a comienzos de 1950, antes de que se agravara el deterioro entre las relaciones Iglesia - Estado, cuando el profesorado dependiente del Consejo Superior de Educación Católica, clave para la formación de docentes católicos de niveles secundario y terciario, fuera adscripto a la enseñanza oficial, representando así un claro acceso de la Iglesia a la enseñanza superior.

Sin entrar por ahora en detalle, adelantaremos que mientras tanto, el gobierno peronista comenzaba a proyectar la creación de la carrera de psicología en las universidades. El proyecto sobre todo había cobrado impulso tras la celebración del Primer Congreso Argentino de Psicología (Tucumán, 1954) en el que la necesidad de formación superior en el campo de la psicología había sido ratificada (Gentile, 1989; 1997; 2003). Hasta entonces, no existía ámbito superior de formación de psicólogos en el país, sin embargo, la psicología había ido ganando renombre como disciplina de aplicación, sobre todo, en materia laboral y educativa. La psicotecnia y la orientación profesional fueron lentamente desplazando los abordajes más bien antropológicos que habían caracterizado las décadas del veinte y el treinta, en algunos casos, entrecruzándose con ellos. Hacia la década del cuarenta, y sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, las tendencias más aplicadas de psicología  se fueron consolidando y ganando un espacio indiscutible en la solución de los problemas productivos del país. De este modo se preparaba el camino para la profesionalización de la psicología argentina (Dagfal, 1997a; 1997b; 1998; Klappenbach, 1995ª; 1995b; 2000; 2001a; 2001b; 2002; 2004; 2006; Klappenbach, Marincevich, Arias & Montoya, 1995; Rossi; 1994; Rossi y otros, 2001; Rovaletti; 1997).

Para cuando se instauraron las primeras universidades privadas, sobre todo en las dos dependientes de los jesuitas, la carrera de psicología sería inmediatamente creada buscando dar satisfacción a estas necesidades del país, tema sobre el que volveremos más adelante.

Sin embargo, entre la caída del peronismo y su apertura, aún transcurrieron unos años de duros enfrentamientos entre Iglesia y Estado, que recién parecieron resolverse hacia 1959 durante el Gobierno del radical Frondizi.

En 1955, el gobierno de facto había nombrado Ministro de Educación al católico Atilio Dell' Oro Maini, mientras las universidades eran entregadas en manos de reformistas (Sanguinetti, 1974). Dell´Oro Maini, firmaría en diciembre de ese año, un decreto con el número 6.403, por el cual se establecía la libertad de enseñanza, básicamente a través del reconocimiento de las universidades privadas (Bianchi, 1992). En esos días, las Jornadas Universitarias de Tucumán ya habían concluido aconsejando una modificación de la ley Avellaneda posibilitando la creación de universidades privadas, a condición de que éstas otorgaran diplomas o grados académicos pero no pudieran expedir títulos habilitantes para el ejercicio de las profesiones liberales, ni recibieran subsidios de parte del Estado. El movimiento reformista, por su parte, se mantenía firmemente en la postura de que la universidad pública no podía, en modo alguno, resignar el derecho exclusivo a expedir títulos profesionales (Sanguinetti, 1974).

El decreto impulsado por el Ministro Dell´Oro había sido acordado casi en su totalidad con los rectores interventores, salvo por el polémico artículo 28. Este artículo, establecía que la iniciativa privada podía crear universidades libres, capacitadas para expedir diplomas y títulos habilitantes, siempre que se sometieran a reglamentaciones que oportunamente se dictarían.

La polémica fue intensa y pronto se produjeron violentos alzamientos estudiantiles, sobre todo en Córdoba. A un año de iniciada su gestión, las protestas estudiantiles provocaron la renuncia del Ministro, no sin que antes éste hubiera aclarado que dicha habilitación debía otorgarse, previo  sometimiento de quienes obtuvieran los títulos, a la fiscalización oficial y examen por parte de los organismos del Estado.

El decreto cuyo polémico artículo finalmente no fue ni derogado ni reglamentado por el Gobierno de Aramburu, tras su dictado posibilitó la inmediata apertura de las puertas de la Universidad del Salvador, Universidad Católica de Córdoba y la Universidad Católica Argentina, que pronto reclamarían su derecho a otorgar títulos habilitantes (Agencia Informativa Católica Argentina, 1959; Anónimo, 1959; Blanco, 1998; Episcopado Argentino, 1958; Universidad del Salvador, 2002).

Hacia 1958 la Iglesia se mantenía firme en su reclamo del derecho de libertad de enseñanza en todos los niveles educativos. Mientras tanto, el nuevo presidente Arturo Frondizi, ya desde su campaña electoral había formulado declaraciones contra el monopolio oficial en materia de enseñanza. Su postura a favor de las universidades privadas, que durante su campaña no había sido tomada en serio por los reformistas, preocupó a los Rectores de las universidades oficiales, tras lo que el conflicto "laica o libre" se agudizaba violentamente con agudas manifestaciones en las calles y también en el ambiente secundario (Anónimo, 1958; Oivera Lahore, 1959; Sanguinetti, 1974).

Después de numerosos vaivenes, el artículo 28 del decreto impulsado por Dell´Oro fue derogado. En septiembre de 1958, las modificaciones introducidas por la ley conocida como "Domingorena", apellido del Senador de la UCRI que impulsó el voto de su bloque a favor de la tales modificaciones, ponían fin a la controversia favoreciendo a los "libres" (Oivera Lahore, 1959), y posibilitando la expansión de la oferta educativa a nivel superior (Fanelli & Balán, 1994).

Así, transcurrido casi un siglo desde la Encíclica Aeternis Patris el proyecto de León XIII orientado por el neoescolasticismo, en nuestro país se vería plasmado en la creación de las universidades católicas. Las líneas directrices del neoescolasticismo referentes a la persona humana, para este movimiento directamente incidentes en el campo de la psicología científica, habían sido ratificadas por Pío XII justamente en épocas fundacionales de las carreras de psicología en Argentina (Pío XII, 1953/1967; 1958a; 1958b;). Mientras tanto, ya desde 1900 la psicología neoescolástica había penetrado e impactado en la psicología argentina en períodos pre-profesionales (1920-1950) y aún en los inicios de la profesionalización en universidades estatales (a partir de 1955), entre las que destacamos la de Cuyo, Córdoba y Tucumán (Piñeda, 2003; 2004; 2005ª; 2005b; 2005c; 2006ª; 2006b). Por su parte, en las universidades católicas -al menos en el período inicial que estamos estudiando-  las carreras de psicología buscarían ser coherentes con los principios directrices neoescolásticos mediante el diseño de sus planes de estudio fuertemente atravesados por una formación teológica y una filosofía de orientación neoescolástica (Piñeda, en prensa) que se pondría al servicio de la formación de un nuevo profesional acorde a las necesidades productivas del país.

 

La creación de la carrera de psicología en la Universidad del Salvador

El análisis de los respectivos planes de estudio de la carrera de psicología de la Universidad del Salvador del período 1956 – 1964 (Universidad del Salvador, 1956; 1957; 1959; 1960; 1964), muestran la evolución del proyecto educativo desarrollado.

Recordemos que las primeras carreras de psicología del país, diseñaron sus planes de estudio conforme al modelo llamado Boulder-Bogotá (Gentile, 2003) que privilegiaba una formación científico –profesional del futuro psicólogo. De todos modos, la Universidad del Salvador más allá de ajustarse al esquema Boulder-Bogotá, a partir de sucesivas reformas del plan de estudio, orientaba la evolución de un proyecto institucional propio acorde a los ideales de una formación no sólo científica-profesional sino esencialmente católica.

En primera instancia el plan de 1956 mostraba escasa variación respecto de planes presentados en universidades nacionales (Horas, 1961; Gentile, 2003; Piñeda, 2003; 2004), más ajustado a las expectativas oficiales, en contraste con el plan de 1964 que, sin perder lineamientos generales comunes a los planes de universidades nacionales, refleja una identidad institucional más definida. Dicha identidad se veía plasmada, en la articulación de espacios curriculares como teología o multiplicación de materias filosóficas –que a partir de un análisis sociobibliométrico de autores y obras referenciados en programas de asignaturas disponibles, evidencian presencia de lineamientos directrices neoescolásticos, y por tanto armónico con la fe católica (Piñeda, 2005b; 2006a)-, con lo cual se propendía no sólo a una formación profesional, sino a una formación integral humanista y cristiana del profesional.

No obstante los lineamientos comunes a otras carreras a que hacíamos alusión, desde el principio la carrera de psicología de El Salvador, tuvo algunas características peculiares. Mencionaremos ciertos ejemplos de las mismas en relación a los fundamentos de los planes de estudio, la titulación, la acreditación de la formación profesional, y algunos espacios curriculares.

La fundamentación del Plan de Estudios publicado en 1964 (Universidad del Salvador, 1964), presentaba como objetivo general de la -para entonces ya constituida- Facultad de Psicología “proporcionar un conocimiento estrictamente científico de las estructuras dinámicas del hombre concreto”. Partiendo de una concepción bien definida de lo que se entendía por “hombre concreto”, se estructuraba un plan de estudios de psicología, acorde a dicho enunciado. Así, se planteaba: “como el hombre concreto en su quehacer humano se manifiesta eminentemente social y trascendente, el estudio del quehacer humano se prolonga por un lado hacia el campo de la reflexión filosófica y por otro a las disciplinas técnicas y sociales”. De manera que a lo largo de los tres ciclos de formación incluyendo la de Doctorado, se pretendía que el alumno adquiriera “una síntesis lo suficientemente completa y profunda sobre la realidad y el quehacer humano” (Universidad del Salvador, 1964, p. 21).

En la estructuración del plan de estudios, llama la atención la integración de los espacios curriculares, tanto desde su fundamento epistemológico y antropológico, como desde su contenido, respondiendo dicha integración justamente al concepto de hombre que lo fundamentaba, en torno del cual cada disciplina cobraba sentido y se armonizaba complementariamente con las otras desde su objeto formal.

En la fundamentación se leen definiciones precisas de cuestiones tan complejas como el modo en que se concibe la conciencia, la salud y patología mental, el rol de la psicoterapia, y las relaciones entre pedagogía y psicología, o filosofía, teología y psicología. Es de notar que en todas estas definiciones se advierte afinidad con concepciones propias de la psicología neoescolástica que se había difundido a partir de círculos católicos sobre todo desde la década del veinte, y que había madurado e impactado en la psicología argentina a mediados del siglo XX (Piñeda, 2005b; 2006b).

Para mantener coherencia y consistencia en un plan de estudio de una universidad católica que planteaba lineamientos bien definidos de lo que se entendía por psicología y prácticas psicológicas, podría pensarse en la existencia de la necesidad de mantener un discurso único, asegurado por el monopolio teórico de determinado movimiento. Sin embargo, por el contrario, análisis sociobibliométricos de autores y obras referenciados en los programas de las asignaturas psicológicas y filosóficas (Piñeda, 2005b; 2006b) más bien han mostrado que en los inicios de la carrera de psicología de la Universidad del Salvador lo que predominaba era una tendencia pluralista y hasta integradora desde el punto de vista de los enfoques teóricos abordados en las diversas asignaturas, factor que no ha sido común en las carreras de psicología de la universidad argentina.

En todo caso, la coherencia y consistencia teórica parecía estar resguardada por los principios antropológicos que integraban tales aportes al todo: “el hombre concreto –entendido como ser social y trascendente- en su quehacer” (Universidad del Salvador, 1964). Así, el cuño neoescolástico anteriormente aludido, aportaba principios directrices básicos para la integración (2). De hecho, la síntesis entre la tradición filosófica y la moderna ciencia psicológica (en términos del Cardenal Mercier, uno de los líderes de este movimiento: “nova et vetera”) ha sido uno de los lemas fundamentales que orientaron el programa del neoescolasticismo (Piñeda, 2006a).

Desde el plan de 1956, el título que se otorgaba era el de Licenciado en Psicología –al igual que en la Universidad Católica de Córdoba creada ese mismo año (Universidad de El Salvador, 1956), y a diferencia de la Universidad del Litoral, creada un año atrás, cuyo título era el de Psicólogo (Gentile, 2003).

Desde el Plan de 1960 aparece la instancia de formación doctoral. En su fundamentación llama la atención la articulación curricular entre la formación de grado y la de posgrado. En efecto, la carrera se concebía en tres ciclos que eran entendidos como “estadios de madurez y de orientación del alumno en el decurso de la carrera” (Universidad de El Salvador, 1964, p. 21). El primer ciclo, de formación básica y el segundo, de formación más específicamente profesional, comprendían la etapa de grado tras la que se obtenía el título de Licenciado. El tercer ciclo era el Doctorado que, con requisitos similares en 1960 y 1964, estaba orientado hacia tres especialidades: la psicología clínica, la psicología laboral y la psicología educacional. Con lo cual, el doctorado –cuyo plan estaba bien estructurado- se concebía como una instancia de perfeccionamiento y especialización profesional.

Por otra parte, la carrera de psicología de El Salvador ha presentado tempranamente titulaciones intermedias como la de Ayudante de Gabinete. El título de Ayudante de Gabinete estuvo proyectado por lo menos desde 1964, fecha en que se reglamentó. Estaba orientado a “estimular la responsabilidad profesional en los alumnos” (Universidad de El Salvador, 1964 p. 46), es decir, posibilitar un espacio de formación en servicio habilitando a cierto ejercicio profesional. Este título podía obtenerse una vez aprobado íntegramente el tercer año de la carrera y superado el examen de capacitación en dicha área.

En este contexto se entiende cómo se propició posteriormente a la apertura de la Licenciatura en Psicología, un título que, ya para 1964 había dejado de tener sentido en la mayoría de las universidades estatales del país. Recordemos que en muchas de ellas la carrera de psicología se había organizado sobre la base de institutos de psicotecnia, o la formación psicotécnica había precedido la de psicólogos (Ascolani, 1988; Gentile, 1997; 2003; Klappenbach, 1995b). Así, el título de Ayudante de Gabinete cobraba sentido, ya no en un campo en el que no había psicólogos, sino en un mercado laboral donde se hacían necesarios los títulos intermedios.

Por otra parte, desde 1964 se organizó el Profesorado en Psicología, a cuyo título se podía acceder luego de aprobado el cuarto año de la carrera, tras la aprobación de cinco materias específicamente pedagógicas: Pedagogía, Historia de la Educación, Didáctica General y Aplicada, Política Educacional y Sociología de la Educación.

Otro aspecto distintivo de los inicios de la carrera de psicología en El Salvador que queremos destacar, se refiere a la acreditación de conocimientos del futuro egresado.

Nos resulta peculiar la exigencia de aprobar un “examen de madurez”, el mismo estaba previsto al menos por los planes de 1956, 1959 y 1960, con una reglamentación en 1964 (Resolución de la Facultad de Psicología Nº 2/64), derogada al redactarse la definitiva en 1965 (Resolución de la Facultad de Psicología Nº20/65). El examen era tomado al alumno que hubiera aprobado la totalidad de materias correspondientes a la Licenciatura. Éste debía someterse a un Tribunal Examinador presidido por el Decano, e integrado por el Prefecto de Estudios y tres profesores de la carrera. Se exponía sobre un tema particular -asignado con tres horas de anticipación a la evaluación-, enmarcado en un tema general elegido entre varias opciones por el alumno, con 30 a 45 días de antelación. En la Resolución no se fundamentaba la necesidad de esta instancia evaluativa, como tampoco se explicitaba el tipo de temas sobre los que versaría. Al hacer alusión a la madurez del alumno, es posible que se evaluaran competencias profesionales y que se propusieran situaciones problemáticas a resolver, acaso en preparación para el examen para la obtención del título habilitante que debían rendir en esa época todos los egresados de universidades privadas aplicados a profesiones liberales, por disposición del Poder Ejecutivo Nacional (Decreto Nº 631/62), justamente destinado a salvaguardar los bienes de terceros, en este caso la salud.

Respecto del diseño curricular, la oferta de cursos presentaba ya en 1956 algunos espacios curriculares poco habituales en los primeros planes de estudio de psicología del país, como por ejemplo, Psicología Profunda -entendida como psicoanálisis-, e Historia de la Psicología.

Desde el plan de estudios de 1956 se dictaba Psicología Profunda. La misma se estudiaba en tres partes (Psicología Profunda I, II y III) desde el primer año, y estaba a cargo del Dr. Jorge Saurí por lo menos hasta 1960.

Ya en el plan de 1964, la asignatura era dictada por el Dr. León Sapochnick, y la misma había sido compactada en un espacio curricular, y había pasado a llamarse “Psicología Clínica III: Psicología Profunda”. Del análisis de contenido de su programa, podemos cotejar que, lo que se enseñaba bajo ese nombre era una visión freudo-kleiniana del funcionamiento psíquico normal y patológico. Así, comenzando por el estudio de los principios psicodinámicos fundamentales, se abordaba luego la teoría psicoanalítica de los instintos, la topografía freudiana del aparato psíquico como sistemas y como instancias psíquicas, desde el punto de vista descriptivo-estructural, primero, y desde el punto de vista funcional, después. Desde aquí, se analizaba la psicopatología: aquella de “la vida cotidiana”, y los más complejos cuadros a los que el psicoanálisis ha buscado respuesta. En una última parte, se le concede un especial espacio a los conceptos medulares de la obra de Melanie Klein. Este antecedente cobra relevancia en el marco de la historia de la enseñanza del psicoanálisis en la institución universitaria, teniendo en cuenta que la primer cátedra universitaria de psicoanálisis fue abierta en la Universidad del Litoral en 1959, estando a cargo de José Bleger. La misma había estado orientada desde sus objetivos a brindar conocimientos pertinentes a un “psicoanálisis aplicado”, destinado a enriquecer la formación del psicólogo, otorgándole una visión dinámica de la realidad que fuera -en términos blegerianos- operante en su “praxis” u “oficio” de psicólogo (Bleger, 1962).

Por su parte, del dictado de la materia Historia de la Psicología, prevista al menos en los planes de 1956, 1957 y 1960, en los tres casos a cargo del mencionado Dr. Saurí, no se han conservado programas que testimonien el enfoque de estos cursos. Sin embargo, es de considerar que la importancia otorgada a la historia de la psicología en la formación del psicólogo parece haber sido común a las dos primeras universidades católicas que contaron con la carrera de psicología, ambas dependientes de la Compañía de Jesús. En efecto, en los archivos de la Universidad Católica de Córdoba, hemos encontrado registros de que el Profesor Juan Mocchiutti estuvo a cargo del dictado de Historia de la Psicología entre 1964 y 1965 (Universidad Católica de Córdoba 2003ª; 2003b).

Más allá del diseño de un determinado plan de estudios y la coherencia interna en el mismo, es esencial para su implementación acorde a los fines institucionales la formación y la capacidad docente del plantel de profesores a cargo del dictado de cada materia. Así, resulta de interés pasar revista de los perfiles de algunos docentes destacados de la Universidad el Salvador en el período 1956 – 1965. Los mismos, a su vez, nos resultan relevantes por su filiación al neoescolasticismo al que hemos hecho alusión en función de los principios directrices del proyecto educativo de El salvador.

Por ejemplo, el Padre Ismael Quiles (Caturelli, 2001), una de las figuras más destacadas de la Universidad del Salvador, quien tuvo una notoria participación en la lucha por la oficialización de las universidades privadas, y que además de haber sido Rector de dicha universidad durante muchos años, fue docente de Filosofía en la carrera de psicología, dictando en el período que nos ocupa, Seminario Filosófico (Universidad del Salvador, 1956).

José María Estrada (1915-1998) fue miembro de los Cursos de Cultura Católica, y figura central de la revista cultural vinculada a los cursos: Sol y Luna en torno a quienes se nuclearon, entre otros, Octavio Derisi, Juan Sepich, César Pico y Héctor Llambías. De orientación tomista-agustiniana -influyendo en él Maritain, Garrigou Lagrange, Derisi-, el pensamiento de Estrada también recibió la impronta de su amigo Michel Federico Sciacca y del existencialismo (Caturelli, 2001; Universidad del Salvador, 1956; 1957; 1959).

Benito Raffo Magnasco, fue miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Tomista Argentina fundada en 1948, cuyo primer Presidente fue Tomás Casares. Colaborador de varias revistas como Sapientia, Ortodoxia y Humanidades (Universidad Nacional de La Plata), es destacable su traducción de La Justicia, comentario de Santo Tomás sobre la Ética a Nicómaco publicado en 1946 por los Cursos de Cultura Católica (Caturelli, 2001; Universidad del Salvador, 1960; 1964).

El Profesor Juan José Izurieta Craig, fue docente de Introducción a la Filosofía, al menos entre 1956 y 1957, y de Filosofía II en 1960. Formado primero con los jesuitas, y después en la Universidad de Buenos Aires, fue autor del libro Introducción a la Filosofía (1965). Sin salir de la Escolástica, pretendía someterla a revisión hasta en su lenguaje técnico (Caturelli, 2001; Universidad del Salvador, 1956; 1957; 1960).

Stan Popescu ha sido docente no sólo en la Universidad del Salvador, sino también en la Universidad Católica Argentina. Junto a Castellani (Piñeda, 2005c), de Mahieu y Gueydan de Roussel, ha estado ligado a la redacción de la revista Dinámica Social en la década de 1950. Emprendió un análisis histórico descriptivo de psicología política (título de su libro publicado en 1991) y de temas esenciales de la vida social (Caturelli, 2001; Universidad del Salvador, 1956; 1957; 1959).

Por otra parte, entre quienes llegaron a ocupar un lugar en la conducción universitaria, haremos mención del Prof. Dr. Juan R. Rodríguez Leonardi, quien había organizado los Institutos Universitarios del Salvador que precedieron la universidad que más tarde se oficializara. Rodríguez Leonardi enseñó en la carrera de psicología al menos entre 1956 y 1960, año en que fue nombrado Decano de la Facultad de Psicología, habiendo estado a cargo de las cátedras de Psicología del Comportamiento Humano I, II y III (1956/1957), y Psicología Situacional (1960) (Universidad del Salvador, 1956; 1957; 1959; 1960).

Otro docente y también Decano de la Facultad de Psicología (1962 – 1970, por lo menos) fue el Reverendo Padre Doctor Pedro Moyano, S. I., a cargo de las cátedras de Psicología de la Percepción y Psicología Fenomenológica I y II en 1964 (Universidad del Salvador, 1964).

Por otra parte, hemos encontrado registros de que al menos entre 1963 y 1965, el Profesor Miguel Rodríguez Amenábar fuera secretario General de la Facultad de Psicología, enseñando además Psicología Racional (1960) y Psicología del Hecho Religioso (1964) (Universidad del Salvador, 1960; 1964).

El Profesor Doctor Jorge Saurí, por su parte, llegó a ser Prefecto de Estudios al menos entre 1960 y 1961, y enseñó en la carrera de psicología las materias Psicología Profunda I, II, III (1956-1960) e Historia de la Psicología (1960) (Universidad del Salvador, 1956; 1957; 1959; 1960). Saurí ha sido considerado entre los miembros del Primer Congreso Argentino de Psicología que han sido pioneros en la psicología de nuestro país (Gentile, 2003).

 

La carrera de psicología en la Universidad Católica de Córdoba

Desde sus objetivos fundantes, el grupo de profesionales que había proyectado la universidad (http://wwwucc.edu.ar/portalucc/seccion.php?sec=2&pag=229, bajado el 26/05/08), en varios sentidos se mostraba ideológicamente disidente del clima intelectual reinante en la universidad estatal. En primer lugar, se denunciaba el clima político–partidario que había inundado las aulas de la universidad estatal, y que por tanto, sujetaba la dirección de esta institución a constantes fluctuaciones, dado el contexto político nacional. Así, por un lado, se asistía a un nuevo golpe de estado del poder militar, que imponía interventores en la estructura jerárquica universitaria, y por otra parte, se avizoraba un fuerte avance del socialismo, que se hacía muy visible en la esfera universitaria. Desde este punto de vista, se consideraba –al igual que otros lo manifestaban en Buenos Aires en oportunidad de lanzarse a la fundación de otras universidades católicas (Episcopado Argentino, 1958; Universidad del Salvador, 2002)- que no existía un ambiente propicio para el normal desarrollo de los objetivos de una universidad, que debe esencialmente procurar la búsqueda de la verdad desde los roles de docente, alumno e investigador.

El primer Plan de estudios data de 1959 (Dirección Nacional de Universidades Privadas y Provinciales: Dis. 10035/59) con el que se otorgaba el título de Licenciado en Psicología. El segundo plan, de 1965, además del título de Licenciado, preveía el otorgamiento del título de Profesor de Psicología (Dirección Nacional de Universidades Privadas y Provinciales: Dis. 0003/70). Este profesorado tendría un tronco común con la licenciatura durante los primeros cuatro años de la misma, tras los cuales había que aprobar Pedagogía General, y Didáctica y Práctica de la Enseñanza. Además, ya en ese plan y por Disposición Nº 3/70 de la Dirección Nacional de Universidades Privadas y Provinciales, la Universidad Católica de Córdoba estuvo habilitada para otorgar el título de Doctor en Psicología.

Un primer análisis del plan de estudios de la Licenciatura de 1959 (Universidad Católica de Córdoba, 1959), nos mostraría –en términos generales- que el mismo parece guardar características muy similares a otros planes ofrecidos por universidades estatales (Horas, 1961), perfilando el clásico modelo Boulder – Bogotá, pareciendo ajustarse al menos en sus contenidos mínimos al de una universidad estatal. 

Así, se advierte la inclusión de materias psicológicas básicas, como Psicología I y II, Psicología Evolutiva I y II, Caracterología y Psicopatología. Por otro lado, varias materias aplicadas, que se cursaban al menos una por año, pudiendo optar entre varias posibles según las inclinaciones del alumno. Algunas eran propias de los intereses de la época, y por tanto, frecuentes en los planes de universidades nacionales, como Psicología de los Niños Delincuentes y Anormales, Psicología del Trabajo, Orientación Profesional o Psicología Militar. Sin embargo, otras áreas de aplicación tal vez puedan considerarse originales, y relacionadas con los intereses propios de una universidad católica, como por ejemplo a aquéllas ramas de la psicología linderas con la teología y la filosofía como Psicología de la Religión.

Como espacios curriculares originales merecen ser destacados: Psicología Comparada, Psicología Publicitaria y Teoría y Técnicas de Reeducación.

Otra cuestión que resulta llamativa es la preparación que ya desde primer año se brindaba al alumno sobre los fundamentos de la psicometría. El temprano dictado de Psicometría en primer año era acompañado en ese mismo nivel por Introducción Matemática a la Estadística; por Psicoestadística, en segundo, y la posibilidad del curso electivo en Análisis Factorial, en tercero.

La inclusión en el último año de la carrera, de la materia Ejercicios de Consulta Psicológica, testimonia qué importancia se le otorgaba en la Universidad Católica de Córdoba a la práctica preprofesional del futuro psicólogo, a través de un espacio de formación específico.

El predominio de contenidos curriculares de campos de aplicación de la psicología; la importancia otorgada a la psicometría, y el espacio de práctica preprofesional, brindan  indicios de otro rasgo esencial del perfil de egresado buscado. Si la primera nota distintiva era la formación integral del alumno en coherencia de fe y razón, la segunda era la formación de un psicólogo profesional. Es decir, el egresado debía contar con las competencias necesarias para poder dar soluciones a los problemas de la sociedad.

Por su parte, el segundo plan de estudios de aquella universidad, enfatizaría aun más el perfil profesional del psicólogo católico (Universidad Católica de Córdoba, 1965).

En efecto, en el segundo plan, se destaca un fuerte énfasis en la formación teológica del futuro psicólogo que vertebra toda la carrera con la inclusión de un curso de Formación Teológica por año. Asimismo, se extendía de 1 a 4 las instancias formativas obligatorias en temas filosóficos. Haciendo fuerte hincapié en el tema del hombre, se destinaban dos materias específicas a ello, las cuales, desde la inclusión de Filosofía de la Naturaleza en segundo año, remite a la concepción de psicología aristotélico – escolástica, la cual entendía a la psicología como parte de la misma. Es decir, este ordenamiento curricular, a la vez estaría orientado a mostrar el ordenamiento del hombre en el cosmos y su dignidad.

Respecto de la formación filosófica que es la que proporciona los principios orientadores para la comprensión del hombre en su totalidad –como objeto de la psicología-, y también la base para la integración de los diversos abordajes teóricos, es preciso mencionar que muchos de los miembros del equipo docente de esa área (3) pertenecían o habían abrevado en el ya referido neoescolasticismo (4).

Por otra parte, en el segundo plan de estudios al extenderse la cantidad de materias relativas a psicología aplicada (5) se enfatizaba en el perfil del egresado la concepción de "psicólogo como profesional", que debía ser capaz de insertarse en diversos campos laborales, como agente de cambio y por tal motivo, debía estar sólidamente formado en la doctrina católica para lograr coherencia entre fe y razón en dicha práctica.

En conclusión, formar un profesional católico, que no fuera un mero técnico -ya que contaría con una sólida formación filosófica y teológica que debía aportarle una visión integral del hombre-, estaría en consonancia con los objetivos fundacionales de la universidad misma, que buscaba formar profesionales de esta naturaleza.

Finalizando este apartado, quisiéramos agregar algunas cuestiones sobre el plantel docente que enseñaba en la carrera.

En primer lugar, nos parece interesante el análisis de su formación. Los registros existentes entre 1959 y 1965, que recogen datos sobre la mitad del cuerpo docente, ponen de manifiesto que el 70% de éstos contaba con formación específica en el campo de la psicología. Graduados como Profesores en Psicología y Pedagogía o como Licenciados en Psicología en universidades nacionales, podían aportar un enfoque de la psicología más orientado desde un perfil profesional que el que pudieran haber brindado otros docentes de universidades nacionales en sus períodos iniciales, formados todos ellos de manera autodidacta en psicología o provenientes de campos afines, como el psicoanálisis o la psiquiatría (Piñeda, 2006a; Universidad Católica de Córdoba, 2003ª; 2003b; 2003c).

En segundo lugar, resulta de interés indagar algunas cuestiones relativas a las instituciones en que fueron formados (Piñeda, 2006a; Universidad Católica de Córdoba, 2003b). De aquellos docentes sobre los cuales se registran datos, se puede apreciar que casi el 80% fueron formados en universidades estatales. Dos, se formaron en el exterior en una universidad católica, y uno en la misma universidad católica cordobesa, seguramente siendo uno de sus primeros egresados de la Licenciatura en Psicología. Respecto a las universidades estatales donde se tituló el grupo más numeroso, sin duda la de Córdoba fue la que formó a la mayoría. Este dato no es de despreciar a la hora de establecer rupturas y continuidades entre los contenidos y lineamientos teóricos que se dictaban en la  institución estatal y de la privada, ya que si bien sus objetivos podían diferir respeto del perfil del egresado que cada una proyectaba, en la práctica, muchos de quienes formaron a los primeros psicólogos en la universidad católica habían recientemente egresado de la universidad estatal. De todos modos, no parece razonable polarizar ideológicamente ninguna de las universidades. Después de todo, notables profesores y reconocidos católicos, que ejercieron sus cátedras en la universidad privada, también habían constituido el plantel docente de la estatal, o seguían siendo parte del mismo en forma paralela. Tales son los casos, por ejemplo, de los profesores Nimio Nanquín, Alberto Caturelli, Carlos Laguinge y Guido Soaje Ramos. Con ello, solo queremos marcar que en toda institución, más allá de sus objetivos manifiestos y de su curriculum explícito, en las prácticas siempre pueden encontrarse matices y contradicciones con el curriculum oculto.

Por último, quisiéramos referirnos a tres de las figuras del plantel docente, por su relevancia y trayectoria destacada.

En primer lugar, rescataremos la figura de Ítalo Francisco Gastaldi (1920-2003), sacerdote salesiano, doctorado en Filosofía en Italia (1952-1953) con una tesis sobre El problema de Dios en la filosofía de René Le Senne. En Europa también tomó cursos de Teología y Filosofía en la Universidad de Lovaina en Bélgica. En 1959 integró el claustro de profesores del Instituto Internacional Villada (Córdoba) y de la recién fundada Universidad Católica de Córdoba donde dictó las cátedras de Filosofía y Teología durante 20 años. En 1976, después del asesinato de Monseñor Angelelli, Obispo de La Rioja, comenzó a sentir presiones para abandonar Córdoba y el país. Estuvo alrededor de un año en España, recorrió luego varios países de Latinoamérica dictando cursos, y terminó radicándose en Quito (Ecuador) en 1978. Allí permaneció 22 años, en los que dictó las cátedras de Filosofía y Teología en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, con sede en Quito. Fue también Coordinador del Departamento de Filosofía en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Politécnica Salesiana de Quito y profesor de Filosofía. En el 2000, viendo su salud seriamente deteriorada, regresó a la Argentina al seno de la comunidad salesiana de Santa Fe. Allí falleció poco después de cumplir 83 años, el 9 de Julio de 2003 (Noriega, 2003).

En segundo lugar, mencionaremos al Dr. Juan Narciso Mocchiutti (1934 - ). Graduado en la Universidad Nacional de Córdoba, primero como Licenciado en Psicología, y después como doctor en Psicología, dictó en la Universidad Católica las cátedras de Historia de la Psicología (1964 – 1965) y Psicología Diferencial (1965 – 1967). De particular interés para nuestra investigación resulta su tesis doctoral Un estudio sobre la imagen paterna y su significación en la conducta religiosa del hombre (1982) (Universidad Nacional de Córdoba, 2003), en el que integraba planteamientos filosóficos, como el problema de la dimensión religiosa del hombre, y teorías psicológicas modernas, en este caso el psicoanálisis. Mediante un estudio empírico a partir de la aplicación de pruebas psicológicas y encuestas,  y basándose en el concepto de "Dios Padre" según la religión católica, exploraba la conformación de la imago paterna y su correlación con la imagen de Dios.

El tercer docente que quisiéramos destacar es Miguel Ángel Mirotti (1935 - ), que estuvo a cargo de numerosas cátedras en la Universidad Católica de Córdoba. Fue Profesor Titular de Tests Proyectivos entre 1964 y 1970; Encargado de Ejercicios de Consulta Psicológica entre 1966 y 1967, así como de Historia de la Psicología (1964 -1967), Orientación Profesional (1965 – 1969) y Psicología Diferencial (1965 – 1967). Nacido en Villa María, Córdoba, se graduó como Licenciado en Psicología y Pedagogía en la Universidad Nacional de Córdoba (Universidad Católica de Córdoba, 2003ª). En esta universidad parece haber desarrollado una importante labor docente en el campo clínico y psicodiagnóstico, llegando a ser Profesor Titular de la Cátedra de Psicodiagnóstico de Rorschach (Universidad Nacional de Córdoba, 2003). También, ha sido miembro del plantel docente de la carrera de psicología de la Universidad Católica Argentina con sede en Paraná (UCA – Paraná, 2003).

 

La carrera de psicología en la Universidad Católica Argentina

Octavio Nicolás Derisi, primer Rector de la Universidad Católica Argentina, y uno de los más altos exponentes del neoescolasticismo argentino (Caturelli, 1984; 2001) que también hizo sus aportes al campo de la psicología (Piñeda 2006b) ya en la década del cincuenta cuando integraba el claustro docente de la Universidad Nacional de La Plata (Derisi, 1948) había concebido un proyecto educativo universitario en el que se reafirmaban los lineamientos para la educación católica dados por el Papa León XIII en la Encíclica Aeternis Patris, referida al comienzo de este artículo.

Derisi definía la universidad como “órgano superior de investigación y transmisión de la verdad al servicio de la comunidad”, y como tal, debía constituir un “órgano superior de cultura en todas sus manifestaciones en cuanto fundadas en la verdad” (Derisi, 1980). Por tanto, su fin primordial era la investigación y la transmisión o docencia de la verdad en un nivel superior de la ciencia (tanto positivas, como Teología y Filosofía, ciencia por sus causas últimas, de modo integrado) o develación de sus causas en todas sus manifestaciones particulares. Para Derisi, la consecución de estos fines, se lograba connaturalmente mediante la universitas o comunidad universitaria, entendida como la unión de maestros y discípulos en el esfuerzo común por descubrir y formular la verdad. Desde este punto de vista, la universidad era definida como comunidad, en tanto lograra ser una comunidad de amor y amistad fundada en la verdad, desde la cual iluminar la vida para convertir esa verdad en bien vivido. Así, sus notas constitutivas eran definidas en función de su esencia y de su fin como una comunidad de maestros que debía tener autonomía académica y económica para el cumplimiento de sus fines, participación activa y jerárquica de profesores y estudiantes en la vida universitaria, y ofrecer extensión cultural en la comunidad. Derisi enfatizaba en el hecho de que la universidad, para cumplir auténticamente con su fin, debía formar en un humanismo cristiano, definido como “el recorrido temporal entre el hombre tal cual es y el hombre pleno” (Derisi, 1980).

La concepción de universidad que postulaba Derisi estaba fundada en su visión sobre el hombre (Derisi, 1950). En efecto, cuando afirmaba que la universidad tenía como misión formar para alcanzar la plenitud, se refería a la completa realización de la vida del hombre en cuanto espiritual (inteligencia, voluntad, facultades operativas subordinadas, en dirección a la verdad, el bien y la belleza) abierto a la trascendencia en busca del ser trascendente infinito. Como consecuencia inmediata, para Derisi, el hombre pleno que debe formar la universidad mediante la gestación de cultura es el hombre redimido, con lo cual, para instaurar un humanismo integral la universidad debe generar un humanismo cristiano. Así, pretende constituir el cristianismo en principio organizador de la sociedad. Esa sería, desde su punto de vista, la educación más completa que la universidad pueda otorgar, ya que conduciría al hombre a su plenitud encaminándolo hacia su fin último (Derisi, 1941).

Lógicamente, una universidad católica es la que más fielmente podría llegar a ajustarse a este enfoque. Sin embargo, estas ideas no solo guiaban el proyecto educativo de Derisi para la Universidad Católica Argentina, sino que casi una década antes de que la misma se fundara, el núcleo de estas ideas había sido expresado por el sacerdote en la Universidad Nacional de La Plata en tiempos en que era Director del Instituto de Filosofía y publicaba en la revista Humanidades (Derisi, 1948). Con lo cual, el ideal de universidad que proponía no se restringía a las universidades católicas. Derisi podía expresar su doctrina sin causar escándalo en una universidad de arraigada tradición laica y reformista, dado el quiebre institucional que se había producido tras el advenimiento del peronismo, favoreciendo posiciones católicas y clericales (Dagfal, 1998; Gallo y otros, 1998).

Tras haber analizado los fundamentos del proyecto educativo de la Universidad Católica Argentina tal como fue pensado en sus orígenes por Derisi, pasaremos a referirnos específicamente a la creación de la carrera de psicología en dicha universidad, cuyos primeros antecedentes se remontan al Instituto Grafotécnico en 1952.

El Instituto Grafotécnico había sido fundado en los primeros años de la década del treinta por el sacerdote español Zacarías de Viscarra, que estuvo en Buenos Aires hasta 1936, habiéndose vinculado en su paso con los Cursos de Cultura Católica. Este instituto, desde 1937 bajo el patrocinio de la obra del Cardenal Ferrari, había sido concebido como una institución inspirada en principios cristianos pero no confesional. Fue la primera en contar con una Escuela de Periodismo, que perdura en la actualidad, y durante su historia fue anexando otras escuelas como la de Ilustradores, la de Escritores, la de Traductores y la de Cine, que se fueron cerrando con el paso del tiempo [http://www.grafotecnico.edu.ar/perindex.htm bajado el 22/12/04].

En 1952 abrió la Escuela de Psicología que, tras cuatro años de estudio otorgaba el título de Perito Psicólogo. Esta Escuela de Psicología del Instituto Grafotécnico se suma a los antecedentes que preparaban el terreno para la creación de las primeras licenciaturas en psicología en la década del cincuenta, junto a los institutos de psicotecnia y orientación profesional de universidades nacionales como la Universidad de Litoral, de Cuyo y de Tucumán.

Contando con el marco legal propicio a partir de la Ley conocida como Domingorrena de 1959, el 10 de febrero de 1960 la Escuela de Psicología del Instituto Grafotécnico se erigió en Facultad Libre de Psicología “Buenos Aires”. El 25 de agosto de 1961 esta Facultad se incorporó a la Universidad Católica Argentina (UCA), lo cual implicaba dependencia en lo académico, pero autonomía en lo económico y administrativo (Universidad Católica Argentina, 1965). En 1961, después que la Facultad Libre de Psicología se incorporó a la UCA, se creó la Licenciatura en Psicología (Klappenbach, 2003). Hacia 1965, se otorgaban títulos de Licenciado en Psicología, al cabo de lo cual existía la posibilidad de optar por el grado de Doctor en Psicología.

Al menos hasta 1965, dicha carrera siguió estando a cargo de la Facultad Libre de Psicología incorporada a la UCA, para ser más tarde asumida en la estructura de la Facultad de Filosofía que se había creado en 1958 (6).

En 1965 el Plan de Estudios de la Licenciatura en Psicología (Universidad Católica Argentina, 1965), que constaba de 31 materias, seguía un esquema muy similar al que guardaban las carreras de psicología de las universidades estatales descripto como Modelo Boulder-Bogotá (Gentile, 2003). No obstante, al ser incorporada a la Universidad Católica Argentina, la Facultad Libre de Psicología, que guardaba dependencia de la universidad en lo académico, debía ajustarse a su proyecto educativo. Por tanto, este modelo era asumido dentro del proyecto educativo católico aportando principios rectores cristianos através de  abundantes cursos de filosofía –abordada desde la perspectiva tomista- y de teología.

Asimismo, el plantel docente, estaba constituido por reconocidos católicos. En 1965, era Decano de la Facultad Libre de Psicología el Dr. Julio V. D’ Olivera, constituyendo el Consejo Directivo Humberto Bono y Osvaldo Paulotti, que por aquella época también eran docentes de la Licenciatura en Psicología de la Universidad del Salvador respectivamente a cargo de Psicología General y de Psicosomatología; el Dr. José Blanco Villaverde, el Dr. Abraham Masovich y el Dr. Eduardo Abel Pedace. Mientras tanto, el Dr. Miguel Caride cumplía las funciones de Secretario General.

Más allá del discurso psicológico profesional que comenzaba a desarrollarse en la Universidad Católica desde 1961, cabe mencionar que para esa época, Derisi había incorporado a la estructura de la universidad como órgano oficial de la Facultad de Filosofía creada en 1958, la Revista Sapientia que había fundado en 1946, en la que también podía recibirse un discurso psicológico, aunque de diversas características.

Desde el comienzo, esta revista eminentemente filosófica y esencialmente tomista, publicaba algunos artículos sobre psicología –entre cuyos prestigiosos colaboradores por ejemplo cabe destacar al italiano Agostino Gemelli-, y en la sección de comentarios de libros dedicaba cierto espacio a volúmenes correspondientes a esa materia –en especial a clásicos tratados y manuales de psicología de orientación neoescolástica (Piñeda, 2005b) como los de Jolivet (1941), Barbado (1947), De La Vaissiere-Palmés (1952), Brennan (1952) o ensayos como el de García de Hoz (1950)-, casi siempre comentados por Monseñor Blanco, que además era el Secretario de Redacción de la revista. Asimismo, algunas de las noticias y crónicas sobre congresos o sociedades científico-filosóficas que se incluían eran de competencia para la psicología. En estos espacios dedicados a la psicología, si bien pequeños, no despreciables, se podía leer un discurso más bien de tipo antropológico de preferencia neotomista, lo cual era comprensible en el marco de una revista filosófica, que a la vez reflejaba la línea de trabajo de su director y colaboradores como Blanco.

Así, la incorporación de la Facultad Libre a la estructura académica de la Universidad Católica Argentina y la creación de la licenciatura a que dio lugar, marcan el ingreso de un discurso psicológico profesional en la mencionada universidad, hasta entonces caracterizada por un terreno donde predominaba el discurso antropológico, que preexistía a la carrera de psicología a través de Sapientia en figuras como Derisi o Blanco que solían contribuir en dicha publicación con artículos psicológicos, o de la psicología que se dictara en la Licenciatura en Filosofía y en Psicopedagogía creadas en 1958 en la Facultad de Filosofía.

 

Conclusiones

El proyecto educativo de León XIII surgido del entorno cultural neoescolástico se concretó en Argentina a nivel superior casi un siglo después de su concepción, tiempo en el que las condiciones políticas y sociales del país sufrieron grandes transformaciones. No obstante, las necesidades de armonizar fe y razón que le habían dado origen a dicho proyecto fueron mantenidas. Así, el contexto en el que efectivamente el proyecto educativo neoescolástico tuvo recepción en la institución universitaria argentina habría orientado la conformación de las carreras de psicología en las tres primeras universidades católicas hacia un perfil de egresado profesional católico comprometido con los desafíos socio-productivos del país. El ideal neoescolástico se ponía al servicio de la profesionalización de la psicología.

El discurso profesionalista en la psicología de tales universidades católicas estaba a tono con las tendencias nacionales, a veces tomando la delantera en el diseño curricular de los planes de estudio mediante la variedad de cursos tanto obligatorios como optativos en las diversas ramas de aplicación de la psicología.

Más allá de las peculiaridades propias de universidades con identidad católica, los primeros planes de estudio guardaban los lineamientos comunes a universidades nacionales necesarios para la acreditación del título. En todo caso, los espacios institucionales esenciales a dicha identidad estaban dados por la teología y la filosofía que atravesaba toda la formación del alumno. Mediante ésta se pretendía dar una visión integral del hombre arraigada en el neoescolasticismo, que pretendía propiciar la integración teórica en el campo psicológico y que fuera armónica con la fe católica.

En esta tarea, ha sido clave la figura de los primeros docentes que estuvieron a cargo de la formación de los primeros psicólogos graduados de las universidades católicas.

Como el marco filosófico en el que las carreras de psicología fueron creadas en las universidades católicas que han sido objeto de este estudio se cimentaba sobre el neoescolasticismo, hay que advertir que dicho movimiento experimentó un decaimiento en su fuerza instituyente como filosofía oficial de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II. En esa época ingresaron a la Iglesia ciertos discursos modernistas que fueron desplazando la tradicional philosophia perennis. En efecto, después de 1965 se ha registrado cierta caída en el influjo de la psicología neoescolástica en la psicología argentina. Con lo cual, cabe el interrogante acerca del impacto de dichos cambios en los proyectos educativos y en la vida institucional de cada una de estas universidades, teniendo en cuenta, por ejemplo, que la carrera de psicología en la Universidad Católica de Córdoba fue cerrada en 1976 en el marco de los turbulentos años en que en Argentina se produjo la última dictadura militar.

 

Referencias

Amadeo, M. (1975). El grupo Baluarte y los Cursos de Cultura Católica. Universitas, 9 (38), 23-26.

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Notas

(1) Agradecemos la generosa disponibilidad del personal jerárquico y administrativo de la Universidad Católica de Córdoba, Universidad del Salvador y Universidad Católica Argentina que posibilitaron el rastreo documental en el que se basa el presente estudio.  [volta]

(2) Así, sin pretender una mención exhaustiva de los abordajes teóricos referenciados, a la par de autores de orientación psicoanalítica (Freud, Klein, Alexander, Fenichel, Sullivan, Horney, Hartman, Fromm, Rank, Stern, Klineberg, Jones, Jung, Mead, Rascovsky), encontramos autores englobados dentro de la Tercera Fuerza ya muy heterogéneos entre sí aún sólo teniendo en cuenta aquéllos enrolados en existencialismo y humanismo (Binswanger, Frankl, Bühler, Allport, Spranger); del campo de la fenomenología (Ey, Merleau Ponty, Jaspers, Scheler, Brentano); vinculados a la Gestalt y teoría del campo (Koffka, Köehler, Lewin); teorías dinámicas instintivistas (MacDougall); funcionalistas (James); conductistas (Watson), movimiento de los tests mentales y análisis factorial (Catell, Spearman); reflexología rusa (Betcherev); intuicionismo interiorista (Bergson) y psiquiatría francesa (Bernard, Dumas, Pièron, Ribot, Wallon); autores hispano/americanos de inspiración cristiana pero de orientación ecléctica como Mira y López, Ortega y Gasset, Siguán, Yela, Julián Marías, Plácido Horas; y otros autores como Guillaume, López Ibor, Szekely, Lersch, Jaensch, Claparede, Kretchmer, Müller, Gessell, Piaget, Eysenk, Woodworth, etc.
Por su parte, dentro del neoescolasticismo, mencionamos como autores más citados en los programas de la carrera de psicología de la Universidad del Salvador a Gemelli; en segundo lugar, Dwelshauvers; en tercero Brennan; en cuarto, Nuttin y Michotte, y por último, Fröbes y De la Vaissiere. A su vez, de estos autores, las obras de mayor circulación, parecen haber sido Introducción a la Psicología, Psicología Evolutiva, La Orientación Profesional (Gemelli), Tratado de Psicología (Dwelshauvers), La Percepción de la Causalidad (Michotte) y Psicología General (Brennan) (Universidad del Salvador, 1964; Piñeda, 2005b; 2006b)
. [volta]

(3) Ernesto Carranza Reynoso; Gustavo Adolfo Casas; Alberto Caturelli; Cesáreo López Salgado; Sixto Hernán Castellano; Ítalo Francisco Gastaldi; Olsen Antonio Ghirardi; José María Fragueiro; Carmen Kriemhilde Penella; Alfredo Fragueiro;  Guido Soaje Ramos y Nimio Anquín. [volta]

(4) Nos referimos a Guido Soaje Ramos, vinculado a los Cursos de Cultura Católica; al tomista Nimio Anquín; al suarista Alfredo fragueiro; al salesiano Ítalo Francisco Gastaldi, y a Alberto Caturelli, que entre otras ha recibido influencias de escolásticos como Santo Tomás y Duns Scoto y su obra a veces ha sido clasificada entre el agustinismo y el “interiorismo realista” (Caturelli, 1971). [volta]

(5) Se destaca la inclusión de algunas materias obligatorias como Análisis Factorial; Psicología Publicitaria, Ejercicios de Consulta psicológica, Psicología Religiosa; Psicología Militar, Organización del Trabajo o Teoría y Técnica de Reeducación, como materias relativamente novedosas, si comparamos el diseño curricular de la carrera de Psicología en la Universidad Católica de Córdoba con la de la Universidad Nacional de Córdoba (Piñeda, 2004). [volta]

(6) En 1958, de la Facultad de Filosofía dependían las recientemente creadas Licenciaturas en Filosofía y Licenciatura en Psicopedagogía. En 1975 la Facultad de Filosofía se unificó con la Facultad de Letras -creada en 1959 sobre la base de un Instituto fundado el año anterior-, para constituirse en Facultad de Filosofía y Letras. Entre quienes conformaban el plantel docente en los primeros años de la Facultad de Filosofía, Octavio N. Derisi, Héctor Llambías, Juan A. Casaubón, Benito Raffo Magnasco, Héctor D. Mandrioni, Gastón Terán, Guillermo P. Blanco, Guido Soaje Ramos, José María de Estrada, Francisco Nóvoa, etc. (Blanco, 1998). [volta]

 

Nota sobre la autora

María Andrea Piñeda: Licenciada en Psicología, docente e investigadora de la Universidad Nacional de San Luis, Argentina. Miembro del PI: “Conformación de la psicología como profesión regulada en Argentina. Estudio comparativo con la conformación de la psicología como profesión regulada en la Unión Europea.”. Becaria de Ciencia y Técnica de la UNSL. Contacto: Ejército de los Andes 950, Edificio Plácido Horas (4º Bloque), 2º piso, Box 71- CP 5700 - San Luis. E-mail: mapineda@unsl.edu.ar

 

Data de recebimento: 28/07/2006
Data de aceite: 30/11/2007

Memorandum 12, abril/2007
Belo Horizonte: UFMG; Ribeirão Preto: USP

ISSN 1676-1669
http://www.fafich.ufmg.br/~memorandum/a12/pineda03.htm

 

 

 

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