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Dos
editoriales en los comienzos
de
la profesionalización de la psicología en Argentina
Two
publishing houses in the beginnings of professionalization in
Argentina
Hugo
Klappenbach
Universidad
Nacional de San Luis
Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
Resumen
En
el marco de una historia de las ideas, el trabajo analiza
el impacto de algunas operaciones editoriales en los
comienzos de la profesionalización de la psicología en
Argentina. En particular, se destacan las acciones que en
1960 Editorial Paidós llevaría adelante destinadas a que
su pequño libro Los
tests mentales,
escrito por Pierre Pichot, reemplazara los siete
tomos del Tratado de
Psicología Aplicada, el
cual, bajo la dirección de Henri Piéron, había
comenzado a publicar Editorial Kapelusz en 1952.
Palabras
clave: psicología, profesionalización, editoriales,
Argentina.
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Abstract
From
the point of view of intellectual history, this paper
analyses some actions from publishing houses in the
beginnings of the professionalization of Psychology in
Argentina. Specially, it points out how Editorial Paidós
tried in 1960 to replace the seven volumes of the Piéron’s
Treatise of Applied Psychology, which Editorial Kapelusz had
published since 1952, with its little book Mental
Tests written by Pierre Pichot.
Keywords: Psychology,
professionalization, publishing houses, Argentina.
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La historia clásica de la psicología constituía básicamente una crónica
de autores y conceptos. Aun Robert Watson, quien a partir de su conocida
protesta acerca del descuido en que había caído la historia de la
psicología (Watson, 1960), impulsó la profesionalización de la misma a
comienzos de la década del sesenta (Watson, 1975), no podía evitar que
su obra tuviera un fuerte apego a la tradición de su maestro Boring y que
mantuviera alguna de las características de las obras de este último. En
particular, se ha notado críticamente su tendencia a una historia
centrada en los “grandes hombres” (Hilgard, Leary & Mc Guire,
1991/1998, p. 405). Así, señalaba en el Prefacio de uno de sus trabajos
mejor conocidos:
As
in any science, a slow, steady advance is iluminated from time to time by
a brilliant step forward. Great men
-not science as a reified impersonal force- contribute
to these advances. Great men in psychology live on in the work for
which are the inspiration in the field. Without these men, advances would
have proceeded less rapidly. The lives; ocupations; motives; families;
views on fields of knowledge related to pyshcology, social, political and
economic circumstances of each of these men have to be considered if we
are to understand them and their contributions to psychology. This
detailed examination is a luxury that could not be afforded to those
psychologists who have served either as links between the great
psychologists or as precursors. In emphasizing the ‘brilliant steps
forward’ of a few great psychologists, therefore, I have had to neglect
the work of many others who contributed to the steady advance of the field.
A chapter on the work of one man in comparison to a hundred years
dismissed in few pages, serves as an inevitable, but necessary distortion
of history (Watson,
1963, pp. vii-viii; los subrayados son míos).
Es
decir, si los “grandes hombres contribuyen a los avances” del
conocimiento, se justificaba la “necesaria distorsión” de una
historia centrada en los mismos (Watson, 1963).
Al mismo tiempo, aun cuando Robert Watson reconociera que no
bastaba el entrenamiento científico en psicología para dedicarse a la
historia de la psicología, aun cuando reconociera que el historiador de
la psicología requería cierta formación en metodología de la historia,
en filosofía de la historia y en historia social y cultural, por momentos
parecía otorgarle a la historia de la psicología un valor meramente
“enciclopedista”:
Probably
there is a general distate for historical matters among scientists in the
United States, including psychologists. If this be true, psychologists as
social beings share in a characteristic aberration of our times: a
relative lack of curiosity about our past. Moreover, we have reached an
age of specialization in psychology. The age of encyclopedists,
if it ever existed, is certainly past (Watson,
1960, p. 252; el subrayado es mío).
En
definitiva, aun cuando Watson promoviera de una manera notable el
desarrollo profesional de la historiografía de la psicología, estaba
inmerso en una concepción que privilegiaba la historia de los grandes
hombre y sus teorías. De tal manera, Antonio Caparrós destacaba, no sólo
respecto a Watson sino respecto a la producción de las obras de este período
en su conjunto, que “no ha sido siempre acompañado de un esfuerzo
historiográfico profundo que condujera la Historia de la Psicología de
forma sistemática hacia su nivel explicativo auténticamente histórico”
(Caparrós, 1980, p. 406).
Desde
hace aproximadamente dos décadas, aquella manera de hacer historia
comenzaría a modificarse sensiblemente. Así, por ejemplo, se sucedieron
las obras destinadas a la reflexión historiográfica, al trabajo de
archivo o al relevamiento de fuentes primarias de distinto tipo.
Desde Ernest Hilgard, quien editó conferencias de los presidentes
de la APA, introduciendo una fuente relativamente novedosa para historiar
la psicología norteamericana (Hilgard, 1978), hasta Michael Sokal y
Patrice Rafail (1982) quienes realizaron un relevamiento completa de
colecciones y depósitos archivísticos de manuscritos en el campo de la
historia de la psicología, u Osier y Wozniak (1984) encargados de un
minucioso relevamiento de publicaciones periódicas en el campo de la
psicología, desde 1850. Ambas obras, no sólo tuvieron importancia empírica,
al relevar gran cantidad de fuentes históricas y archivísticas,
inclusive de países ajenos a los Estados Unidos, sino que fueron
fundamentales teóricamente, porque evidenciaban que el trabajo del
historiador de la psicología, desde el punto de vista metodológico,
se encontraba más próximo a la historia que a la psicología. En
definitiva, una de las características de la historiografía crítica
que se constituyó a partir de la década del ochenta, consistía en
concebir a la historia de la psicología próxima a la historia de la
ciencia, a la historia de las ideas o a la historia social. En cualquier
caso, la historia de la psicología podía considerarse una disciplina de
carácter histórico (Klappenbach, 2000), cuestión que en los últimos años
ha tenido una nueva inflexión, a partir del debate entre Kurt Danziger
(1994; 1997), Hans van Rappard (1997; 1998) y Trudy Dehue (1998).
En dicho marco, es necesario señalar la aparición de nuevos
objetos de estudio, centrados en los procesos materiales e intelectuales
que acompañaron y promovieron el desarrollo de la psicología. Uno de
esos objetos, al cual habré de referirme, está relacionado con el
impacto de la industria cultural, y más específicamente la industria del
libro, en el desarrollo de la psicología. Si esa temática puede resultar
fecunda en general, mucho más para una historia de la psicología en países
periféricos, en los cuales la recepción de ideas y teorías se produce
principalmente a través de traducciones y ediciones de obras
originalmente publicadas en idiomas extranjeros. Destacados ejemplos de
este tipo de indagación en lengua castellana, se encuentran en varias
obras de la última década. En el estudio y relevamiento verdaderamente
fenomenal de traducciones al castellano de obras psicológicas que
realizara el equipo de la Universidad Autónoma de Madrid encabezado por
Quintana, Rosa, Huertas y Florentino Blanco (1998). En el análisis del
fondo editorial de la Editorial Daniel Jorro, de significativo impacto en
la psicología de principios de siglo en todos los países de habla española
(Quintana Fernández, 1997). En mi país, los trabajos de Hugo Vezzetti
tanto sobre las ediciones al castellano de la obra de Freud (Vezzetti,
1990; 1991), como sobre la empresa de divulgación freudiana llevada a
cabo por el poeta peruano Alberto Hidalgo, más conocido como el Dr. Gómez
Nerea en Editorial Tor (Vezzetti, 1996).
En
esta oportunidad quisiera referirme al papel desempeñado por dos
editoriales, Kapelusz y Paidós, en los orígenes de la profesionalización
de la psicología en la Argentina. En realidad, tal análisis excedería
largamente los límites de este trabajo, por lo cual me ocuparé únicamente
a las operaciones editoriales llevadas a cabo por los responsables de
Editorial Paidós, para desautorizar la edición de textos afines llevados
a cabo por Kapelusz.
En 1947, la Editorial Kapelusz publicaba Manual
de Orientación Profesional, de Mira y López (1947). La obra constituía
un verdadero tratado de psicotecnia y orientación profesional, en el cual
Mira discutía al mismo tiempo cuestiones teóricas, técnicas e
institucionales. Desde los datos que debían considerarse para formular el
“consejo orientador”, hasta la teoría general de los tests, pasando
por las normas para la clasificación de los trabajos en función de las
aptitudes que involucraban, todo el dominio de la psicotecnia y la
orientación profesional era abordado por Mira y López. En tal sentido,
venía a resultar una puesta al día de la orientación profesional –y
la psicotecnia-,
realizada desde América Latina, por un especialista en el tema que
había mantenido una relación de estrecha familiaridad con personalidades
como Lahy o Claparède y que había alcanzado un reconocimiento
internacional destacado (Carpintero, 1993).
Además del valor en sí misma, una segunda cuestión destacable en
aquella obra, radica en que la misma significó el lanzamiento de la
“Biblioteca de Ciencias de la Educación”, que comenzaría a editar
Editorial Kapelusz.
Kapelusz era una de las no menos de cuarenta editoriales que se mantenían
activas al iniciar los años cuarenta en Argentina. Si antes de la Guerra
Civil, España había sido proveedor de libros a Argentina –y al resto
de América Latina- en la década del 40 esa relación se había
invertido; el 80% de los libros que se vendían en España provenían de
Argentina (Rivera, 1982). En ese marco, Adolfo Kapelusz, el fundador de la
editorial, había confiado la Biblioteca de Ciencias de la Educación a
Alfredo Calcagno, quien había sido discípulo de Mercante y Senet en
Argentina, y de Decroly, Ioteyko y Raymond Buyse en Bélgica. Calcagno era
un hombre de prestigio intelectual, que alcanzaría el Decanato de la
Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata y la
Presidencia de dicha universidad y que se desempeñaría a lo largo de
cincuenta años en la vida académica y política argentina (Dagfal,
1996).
La Biblioteca de Ciencias de la Educación, que se iniciaría con el Manual
de Mira, publicaría un gran cantidad de obras, entre ellas, los siete
tomos del Tratado de Psicología
Aplicada, compilado por Henri Piéron (1952-1961), cuyo segundo libro
estaba dedicado a metodología psicotécnica (Piéron, 1952/1955).
La versión original del Tratado de
Psicología Aplicada había comenzado a editarse en francés en 1949 y
reflejaba, aunque al mismo tiempo promovía, el desarrollo de la psicología
como disciplina aplicada que en Europa y América Latina pronto se
orientaría a la profesionalización. El Traité
de Psychologie Appliquée, suponía un esfuerzo monumental, sólo
comparable al Nouveau Traité de
Psychologie, que había iniciado en 1930 George Dumas, y que había
sido considerado “una verdadera suma de la psicología contemporánea”
(Székely, 1975, p. 201). En cualquier caso, en los casi veinte años que
separaban los comienzos de publicción de ambos tratados, se habían
experimentado modificaciones de envergadura en el campo de la psicología.
Igualmente, las diferencias no pueden exagerarse. Por lo pronto, los ocho
tomos del Nouveau Traité de
Psychologie compilado por Dumas, se publicarían a lo largo de una década
-los fascículos en que se dividió el último tomo se editarían en
1941-, y el propio Henri Piéron había participado como colaborador del
mismo (Dumas, 1930-1941). Al mismo tiempo, el proyecto original del Traité
de Dumas contemplaba un noveno tomo dedicado a la psicología aplicada,
que finalmente se transformarían en los siete tomos del Traité
de Psychologie Appliquée, que se iniciarían en 1949 y también se
demorarían una década, editándose el libro séptimo en 1959 (Piéron,
1949-1959). Desde tal perspectiva, el Traité
de Psychologie Appliquée de Piéron puede ser entendido, al mismo
tiempo como ruptura y continuidad del Nouveau Traité
de Psychologie de Dumas.
En todo
caso, los elementos de continuidad y ruptura, presentes en la empresa
editorial francesa adquirirían un nuevo significado en la edición
castellana. En efecto, en Argentina ambos tratados se editarían casi
simultáneamente. El Nuevo Tratado
de Psicología, comenzaría a ser editado por Editorial Kapelusz en
1948, publicándose los fascículos correspondientes al tomo octavo en
1951 (Dumas, 1948-1951). Inmediatamente, en 1952, la misma editorial
comenzaría la edición del Tratado
de Psicología Aplicado que finalizaría en 1961. En tal sentido, para
el lector argentino, ambos tratados podían ser visualizados como dos
aspectos de un mismo proyecto editorial.
De cualquier manera, la edición de obras de tal envergadura por parte de
Kapelusz, ponía de manifiesto al menos dos cuestiones. Desde el punto de
vista científico, la existencia de un estado relativamente cristalizado
de teorías, de técnicas y de prácticas de intervención. Y desde el
punto de vista de la industria cultural, la existencia de un público
capaz de consumir ese “producto” –aunque al mismo tiempo, la edición
de la obra promovería la consolidación de ese público-.
Sintetizando, Kapelusz constituía una de las editoriales más importante
para la conformación de un público interesado en temáticas relacionados
con los problemas de la psicología, especialmente en su cruce con
cuestiones educativas. Y dentro de esa caracterización general, el interés
por la edición de textos destinados a la evaluación de aspectos de la
personalidad sería una constante en Kapelusz. En efecto, en 1946 publicaría
Los Tests de Béla Székely
(1946), texto que luego sería reeditado y aumentado en varias
oportunidades, al que luego se sumaría el libro segundo del Tratado
de Psicología Aplicada, el cual incluía trabajos del propio Piéron,
de Faverge y de Pierre Pichot.
Otra
editorial que al promediar el siglo comenzaba a desplegar una obra
significativa en el campo de la edición de textos psicológicos era
Paidós,
que había sido fundada por Enrique Buttelman y Jaime Bernstein. En el
campo de las técnicas de evaluación de la personalidad, en 1960, Paidós
editaría un pequeño libro de Pierre Pichot, Los
tests mentales, que había aparecido por vez primera en francés en
1954, y que se había reeditado en misma lengua en 1956 (Pichot, 1960). Y
un año después, editaría otro texto pequeño de Guy Palmade, La
psicotécnica, cuya primera edición francesa era de 1948 (Palmade,
1961). En cierto sentido, como en seguida analizaremos, estos dos pequeños
textos venían a substituir el Tratado
de Piéron, en particular su libro dedicado a la psicotécnica.
Hay algunas cuestiones que merecen ser analizadas de la edición del texto
de Pichot. En primer lugar, que estaba enmarcada en una presentación,
supervisión y apéndice a cargo de Jaime Bernstein, a quien se presentaba
como “Profesor de Psicometría de la Universidad del Litoral y Profesor
de Técnicas Proyectivas de la Universidad de Buenos Aires.” Segundo, la
presentación, ya desde el título, “Las guías de tests en la
bibliografía castellana”, pretendía orientar al lector sobre la cuestión.
Y en tercer lugar, algunas afirmaciones de Bernstein venían a fundar una
tradición psicometrista que emparentaba la psicología con la psiquiatría,
en el mismo momento en que omitía otra tradición psicométrica, que
vinculaba a la psicología con la psicotecnia y desde allí con el campo
del trabajo y la educación:
Entre
los autores franceses, es al doctor Pierre Pichot, psiquiatra y
psicometrista, formado junto a Jean Delay y a H. Piéron, a quien los
psicólogos de hoy adeudan uno de los más largos y sostenidos
esfuerzos encaminados a difundir los tests mediante presentaciones de
conjunto, y los psiquiatras su empeño en promover la introducción del
instrumental psicométrico en la clínica de la patología mental. Este
empeño, casi solitario –paradojalmente-
en la patria de Binet, ha beneficiado en cierta medida a los
estudiosos y expertos de otros países, en especial de los
hispanoparlantes, que encontraron en sus obras una valiosa ayuda en este
último rumbo (tempranamente iniciado en castellano por otros psiquiatras,
en España por Mira y Lafora, y más tarde en la Argentina por Serebrinsky).
(Bernstein, 1960a, pp. 7-8; los subrayados me pertenecen).
Por
lo pronto, llama la atención los destinatarios de estas páginas: psicólogos
y psiquiatras. Con ello, Bernstein estaba contribuyendo a instalar una
tradición, hasta allí escasamente transitada, operación que sólo podía
realizarse omitiendo otras tradiciones. En segundo lugar, también resulta
sorprendente la mención de un “empeño casi solitario” para difundir
los tests mentales, omitiendo señalar allí el esfuerzo –intelectual y
editorial- dirigido por Piéron y su equipo (entre ellos el propio Pichot),
en la edición del Tratado de
Psicología Aplicada, el cual, en 1960 ya había publicado seis volúmenes,
pero que igualmente ya había sido presentado en su conjunto. El
velamiento se completaría cuando expresamente se afirmara que la obra de
Pichot presentada, constituía “la primera exposición de conjunto y la
primera guía en lengua francesa que presenta sistemáticamente unos
ciento cuarenta instrumentos de examen psicológico”, lo cual resultaba
inexacto, en relación con el Tratado.
En
esa dirección, la presentación no podía desconocer el Tratado,
sobre todo porque en el libro segundo incluía un largo capítulo de
Pichot. En ese sentido, la presentación recurriría a tres operaciones,
que, al mismo tiempo que reconocían ese antecedente, lo desautorizaban.
La primera operación, cuando se afirmaba que el largo capítulo de Pichot
en el Tratado, apenas “reseña
en unas treinta páginas las técnicas de observación, los cuestionarios
y los tests proyectivos principales” (Bernstein, 1960a, p. 9).
La segunda, cuando esa edición de Pichot en el Tratado, no resultaba reconocida en su verdadera magnitud, es decir
como una parte de un Tratado
mucho más amplio; al contrario, la cita de Berstein omitía cualquier
mención al Tratado: la obra de
Pichot anterior quedaba entonces, desdibujada en un libro de Piéron sobre
Metodología Psicotécnica. Y la tercera operación, verdaderamente
original, no se producía en la presentación sino en el Apéndice. Allí
Bernstein iba a presentar un erudito y muy minucioso catálogo de obras
relacionadas con el tema, publicados en distintos países de Europa,
en Estados Unidos y publicadas en castellano. En ese listado
impresionante, el capítulo de Pichot y el capítulo de Piéron sobre
tests mentales publicados en el Libro
II del Tratado –aquí sí
connotado como Tratado- quedaba
absolutamente extraviado, en un conjunto de obras que arrancaban de 1904
(Bernstein, 1960b).
Pero eso no era todo. Si las menciones al Tratado
eran veladas, Bernstein en cambio, excluía de su largo listado, toda
mención a otra obra de verdadera envergadura, también de Kapelusz,
igualmente disponible para el público hispanoparlante: Los
tests de Béla Székely, cuya primera edición, original en castellano,
había aparecido en 1946 (Székely, 1946). Más llamativa esa omisión
porque Székely exponía en la primera edición más de un centenar de
pruebas.
Székely, de origen húngaro y radicado en el país desde 1938 (Geuter
& León, 1997), había dedicado la primera edición de Los
Tests “a la memoria de mi madre, Estera Hartmann de Székely,
maestra, asesinada,
a los 73 años, por los nazis”. La obra, que también había
aparecido en la
Biblioteca de Ciencias de la Educación de Editorial Kapelusz, alcanzaría
un rápido éxito de ventas. El director de la colección, Alfredo
Calcagno, se refería a dicho éxito de público, al prologar la segunda
edición de dicha obra:
La
primera edición de Los Tests
fue distribuida en pocos meses, obligando a hacer una reimpresión
inmediata, cuyos ejemplares se han agotado también con rapidez. La
demanda incesante del libro, su aplicación general y los elogios con que
ha sido recibido en todas partes, confirman cuanto dijimos acerca de la
importancia, utilidad y oportunidad de su publicación (Calcagno, 1948,
p. XXVII).
Ya
esa segunda edición, había aumentado considerablemente el número de
tests y se publicaba en dos tomos (Széley, 1948). Y en 1960, en momentos
en que Jaime Bernstein presentaba el pequeño texto de Pichot en Editorial
Paidós, Kapelusz anunciaba la cuarta edición del libro de Béla Székely,
ya en tres tomos y enormemente ampliada (Székely, 1960).
En
tal sentido, la afirmación de Bernstein, que la obra de Pichot constituía
“la única guía en nuestro idioma que viene a cumplir con justeza una
necesidad específica del estudiante
y del estudioso de psicología”, resultaba, por lo menos, infundada
(Bernstein, 1960a, p. 10; el subrayado me pertenece). Pero, al mismo
tiempo, esa expresión brinda la clave para interpretar la posición del
autor. Todas las operaciones adquirían sentido, a partir del lugar desde
el cual Bernstein emitía sus juicios. En efecto, no se trataba de un
editor como cualquier otro el que opinaba; era la autoridad del profesor universitario la que se expresaba. Y al expresarse como
profesor universitario de las dos carreras de psicología con mayor
cantidad de alumnos en el país, en Buenos Aires y Rosario, Bernstein ponía
en evidencia el público al cual estaba destinado principalmente su
mensaje: los estudiantes de las nuevas carreras de psicología.
En esa dirección, Ovide Menin, quien en la primera mitad de los cincuenta
había iniciado estudios en la Carrera de Psicotécnico de la Universidad
del Litoral, testimonia que cuando los alumnos de dicha carrera fueron
“incorporados” a la carrera de psicología de dicha universidad, en
Rosario, uno de los nuevos profesores, Jaime Bernstein, sugería
no utilizar el uso del libro de Béla Székely. Menin se preguntaba si esa
poca valoración hacia el libro de Béla Szkély, podía haberse fundado,
entre otras razones, a las simpatías que Székely había mostrado hacia
el regimen peronista, desalojado del poder por un golpe militar en 1955.
Con todo, Ovide Menin reconocía que con el correr del tiempo, aun
aquellos profesores menos entusiastas inicialmente con el texto de Székely,
terminaron por aceptar el valor que había representado, e inclusive,
alguno de ellos, por ejemplo, Nicolás Tavella, colaboraría en algunas de
las ediciones posteriores de la obra (Menin, comunicación personal,
1999).
En
cualquier caso, resulta notorio que la consolidación de las carreras de
psicología en el país, iría encumbrando a Paidós y reduciendo cada vez
más el perfil de Kapelusz al de una editorial dedicada a temas
educativos. Mirado a la distancia, resulta indudable que Paidós acompañó
o mejor todavía, promovió un proceso de transformación y recambio de
figuras, modelos y teorías en el campo que los jóvenes estudiantes de
psicología venían demandando crecientemente en aquel contexto de fuerte
protagonismo estudiantil analizado por el historiador Oscar Terán (1993).
El fondo editorial de Kapelusz en el campo de la psicología, en cambio,
había privilegiado a autores más consagrados y posiblemente más
rigurosos, pero, al mismo tiempo, de menor impacto en los grupos
renovadores de la disciplina. Por su parte, los libros de aquella magnífica
colección de Editorial Paidós, “Biblioteca del Hombre Contemporáneo”,
relativamente breves y no muy costosos, suponían hábitos de lectura y de
relación con los libros bien diferentes a los tratados de varios tomos
editados por Kapelusz, posibles de consultar casi exclusivamente en
bibliotecas.
En tal sentido, la silenciosa cruzada
de Paidós contra Kapelusz no podría haberse resuelto más que con la
hegemonía definitiva de la primera, sobre todo a partir de que avanzara
la década del sesenta. Y también por ello, el aspecto que presentaba la
psicología hacia 1970, en lo cognoscitivo, lo tecnológico y lo praxiológico,
tendría muy poco que ver con el aspecto que había tenido al promediar el
siglo.
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Journal of the History of the Behavioral Sciences, 11,
5- 14.
- Data de recebimento: 09/08/2001
- Data de
aceite: 10/10/2001
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- Memorandum,
Out/2001
- Belo
Horizonte: UFMG; Ribeirão Preto: USP.
- http://www.fafich.ufmg.br/~memorandum/artigos01/klappenbach01.htm
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