Klappenbach, H. (2001) Dos editoriales en los comienzos de la profesionalización de la psicología en Argentina. Memorandum, 1, 61-71. Retirado em   /  /  , do World Wide Web: http://www.fafich.ufmg.br/ ~memorandum/ artigos01/klappenbach01.htm.

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Dos editoriales en los comienzos
de la profesionalización de la psicología en Argentina
 
Two publishing houses in the beginnings of professionalization in Argentina
 
Hugo Klappenbach
Universidad Nacional de San Luis
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
Argentina
 
Resumen
En el marco de una historia de las ideas, el trabajo analiza el impacto de algunas operaciones editoriales en los comienzos de la profesionalización de la psicología en Argentina. En particular, se destacan las acciones que en 1960 Editorial Paidós llevaría adelante destinadas a que su pequño libro Los tests mentales, escrito por Pierre Pichot, reemplazara los siete tomos del Tratado de Psicología Aplicada, el cual, bajo la dirección de Henri Piéron, había comenzado a publicar Editorial Kapelusz en 1952.
 
Palabras clave: psicología, profesionalización, editoriales, Argentina.

 

Abstract
From the point of view of intellectual history, this paper analyses some actions from publishing houses in the beginnings of the professionalization of Psychology in Argentina. Specially, it points out how Editorial Paidós tried in 1960 to replace the seven volumes of the Piéron’s Treatise of Applied Psychology, which Editorial Kapelusz had published since 1952, with its little book Mental Tests written by Pierre Pichot.
 
Keywords: Psychology, professionalization, publishing houses, Argentina.

 

 

La historia clásica de la psicología constituía básicamente una crónica de autores y conceptos. Aun Robert Watson, quien a partir de su conocida protesta acerca del descuido en que había caído la historia de la psicología (Watson, 1960), impulsó la profesionalización de la misma a comienzos de la década del sesenta (Watson, 1975), no podía evitar que su obra tuviera un fuerte apego a la tradición de su maestro Boring y que mantuviera alguna de las características de las obras de este último. En particular, se ha notado críticamente su tendencia a una historia centrada en los “grandes hombres” (Hilgard, Leary & Mc Guire, 1991/1998, p. 405). Así, señalaba en el Prefacio de uno de sus trabajos mejor conocidos:

As in any science, a slow, steady advance is iluminated from time to time by a brilliant step forward. Great men -not science as a reified impersonal force- contribute to these advances. Great men in psychology live on in the work for which are the inspiration in the field. Without these men, advances would have proceeded less rapidly. The lives; ocupations; motives; families; views on fields of knowledge related to pyshcology, social, political and economic circumstances of each of these men have to be considered if we are to understand them and their contributions to psychology. This detailed examination is a luxury that could not be afforded to those psychologists who have served either as links between the great psychologists or as precursors. In emphasizing the ‘brilliant steps forward’ of a few great psychologists, therefore, I have had to neglect the work of many others who contributed to the steady advance of the field. A chapter on the work of one man in comparison to a hundred years dismissed in few pages, serves as an inevitable, but necessary distortion of history (Watson, 1963, pp. vii-viii; los subrayados son míos).

Es decir, si los “grandes hombres contribuyen a los avances” del conocimiento, se justificaba la “necesaria distorsión” de una historia centrada en los mismos (Watson, 1963).  Al mismo tiempo, aun cuando Robert Watson reconociera que no bastaba el entrenamiento científico en psicología para dedicarse a la historia de la psicología, aun cuando reconociera que el historiador de la psicología requería cierta formación en metodología de la historia, en filosofía de la historia y en historia social y cultural, por momentos parecía otorgarle a la historia de la psicología un valor meramente “enciclopedista”:

Probably there is a general distate for historical matters among scientists in the United States, including psychologists. If this be true, psychologists as social beings share in a characteristic aberration of our times: a relative lack of curiosity about our past. Moreover, we have reached an age of specialization in psychology. The age of encyclopedists, if it ever existed, is certainly past (Watson, 1960, p. 252; el subrayado es mío).

En definitiva, aun cuando Watson promoviera de una manera notable el desarrollo profesional de la historiografía de la psicología, estaba inmerso en una concepción que privilegiaba la historia de los grandes hombre y sus teorías. De tal manera, Antonio Caparrós destacaba, no sólo respecto a Watson sino respecto a la producción de las obras de este período en su conjunto, que “no ha sido siempre acompañado de un esfuerzo historiográfico profundo que condujera la Historia de la Psicología de forma sistemática hacia su nivel explicativo auténticamente histórico” (Caparrós, 1980, p. 406).

Desde hace aproximadamente dos décadas, aquella manera de hacer historia comenzaría a modificarse sensiblemente. Así, por ejemplo, se sucedieron las obras destinadas a la reflexión historiográfica, al trabajo de archivo o al relevamiento de fuentes primarias de distinto tipo.  Desde Ernest Hilgard, quien editó conferencias de los presidentes de la APA, introduciendo una fuente relativamente novedosa para historiar la psicología norteamericana (Hilgard, 1978), hasta Michael Sokal y Patrice Rafail (1982) quienes realizaron un relevamiento completa de colecciones y depósitos archivísticos de manuscritos en el campo de la historia de la psicología, u Osier y Wozniak (1984) encargados de un minucioso relevamiento de publicaciones periódicas en el campo de la psicología, desde 1850. Ambas obras, no sólo tuvieron importancia empírica, al relevar gran cantidad de fuentes históricas y archivísticas, inclusive de países ajenos a los Estados Unidos, sino que fueron fundamentales teóricamente, porque evidenciaban que el trabajo del historiador de la psicología, desde el punto de vista metodológico, se encontraba más próximo a la historia que a la psicología. En definitiva, una de las características de la historiografía crítica que se constituyó a partir de la década del ochenta, consistía en concebir a la historia de la psicología próxima a la historia de la ciencia, a la historia de las ideas o a la historia social. En cualquier caso, la historia de la psicología podía considerarse una disciplina de carácter histórico (Klappenbach, 2000), cuestión que en los últimos años ha tenido una nueva inflexión, a partir del debate entre Kurt Danziger (1994; 1997), Hans van Rappard (1997; 1998) y Trudy Dehue (1998).

En dicho marco, es necesario señalar la aparición de nuevos objetos de estudio, centrados en los procesos materiales e intelectuales que acompañaron y promovieron el desarrollo de la psicología. Uno de esos objetos, al cual habré de referirme, está relacionado con el impacto de la industria cultural, y más específicamente la industria del libro, en el desarrollo de la psicología. Si esa temática puede resultar fecunda en general, mucho más para una historia de la psicología en países periféricos, en los cuales la recepción de ideas y teorías se produce principalmente a través de traducciones y ediciones de obras originalmente publicadas en idiomas extranjeros. Destacados ejemplos de este tipo de indagación en lengua castellana, se encuentran en varias obras de la última década. En el estudio y relevamiento verdaderamente fenomenal de traducciones al castellano de obras psicológicas que realizara el equipo de la Universidad Autónoma de Madrid encabezado por Quintana, Rosa, Huertas y Florentino Blanco (1998). En el análisis del fondo editorial de la Editorial Daniel Jorro, de significativo impacto en la psicología de principios de siglo en todos los países de habla española (Quintana Fernández, 1997). En mi país, los trabajos de Hugo Vezzetti tanto sobre las ediciones al castellano de la obra de Freud (Vezzetti, 1990; 1991), como sobre la empresa de divulgación freudiana llevada a cabo por el poeta peruano Alberto Hidalgo, más conocido como el Dr. Gómez Nerea en Editorial Tor (Vezzetti, 1996).

En esta oportunidad quisiera referirme al papel desempeñado por dos editoriales, Kapelusz y Paidós, en los orígenes de la profesionalización de la psicología en la Argentina. En realidad, tal análisis excedería largamente los límites de este trabajo, por lo cual me ocuparé únicamente a las operaciones editoriales llevadas a cabo por los responsables de Editorial Paidós, para desautorizar la edición de textos afines llevados a cabo por Kapelusz.

En 1947, la Editorial Kapelusz publicaba Manual de Orientación Profesional, de Mira y López (1947). La obra constituía un verdadero tratado de psicotecnia y orientación profesional, en el cual Mira discutía al mismo tiempo cuestiones teóricas, técnicas e institucionales. Desde los datos que debían considerarse para formular el “consejo orientador”, hasta la teoría general de los tests, pasando por las normas para la clasificación de los trabajos en función de las aptitudes que involucraban, todo el dominio de la psicotecnia y la orientación profesional era abordado por Mira y López. En tal sentido, venía a resultar una puesta al día de la orientación profesional –y la psicotecnia-,  realizada desde América Latina, por un especialista en el tema que había mantenido una relación de estrecha familiaridad con personalidades como Lahy o Claparède y que había alcanzado un reconocimiento internacional destacado (Carpintero, 1993).

Además del valor en sí misma, una segunda cuestión destacable en aquella obra, radica en que la misma significó el lanzamiento de la “Biblioteca de Ciencias de la Educación”, que comenzaría a editar Editorial Kapelusz.

Kapelusz era una de las no menos de cuarenta editoriales que se mantenían activas al iniciar los años cuarenta en Argentina. Si antes de la Guerra Civil, España había sido proveedor de libros a Argentina –y al resto de América Latina- en la década del 40 esa relación se había invertido; el 80% de los libros que se vendían en España provenían de Argentina (Rivera, 1982). En ese marco, Adolfo Kapelusz, el fundador de la editorial, había confiado la Biblioteca de Ciencias de la Educación a Alfredo Calcagno, quien había sido discípulo de Mercante y Senet en Argentina, y de Decroly, Ioteyko y Raymond Buyse en Bélgica. Calcagno era un hombre de prestigio intelectual, que alcanzaría el Decanato de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata y la Presidencia de dicha universidad y que se desempeñaría a lo largo de cincuenta años en la vida académica y política argentina (Dagfal, 1996).

La Biblioteca de Ciencias de la Educación, que se iniciaría con el Manual de Mira, publicaría un gran cantidad de obras, entre ellas, los siete tomos del Tratado de Psicología Aplicada, compilado por Henri Piéron (1952-1961), cuyo segundo libro estaba dedicado a metodología psicotécnica (Piéron, 1952/1955).

La versión original del Tratado de Psicología Aplicada había comenzado a editarse en francés en 1949 y reflejaba, aunque al mismo tiempo promovía, el desarrollo de la psicología como disciplina aplicada que en Europa y América Latina pronto se orientaría a la profesionalización. El Traité de Psychologie Appliquée, suponía un esfuerzo monumental, sólo comparable al Nouveau Traité de Psychologie, que había iniciado en 1930 George Dumas, y que había sido considerado “una verdadera suma de la psicología contemporánea” (Székely, 1975, p. 201). En cualquier caso, en los casi veinte años que separaban los comienzos de publicción de ambos tratados, se habían experimentado modificaciones de envergadura en el campo de la psicología. Igualmente, las diferencias no pueden exagerarse. Por lo pronto, los ocho tomos del Nouveau Traité de Psychologie compilado por Dumas, se publicarían a lo largo de una década -los fascículos en que se dividió el último tomo se editarían en 1941-, y el propio Henri Piéron había participado como colaborador del mismo (Dumas, 1930-1941). Al mismo tiempo, el proyecto original del Traité de Dumas contemplaba un noveno tomo dedicado a la psicología aplicada, que finalmente se transformarían en los siete tomos del Traité de Psychologie Appliquée, que se iniciarían en 1949 y también se demorarían una década, editándose el libro séptimo en 1959 (Piéron, 1949-1959). Desde tal perspectiva, el Traité de Psychologie Appliquée de Piéron puede ser entendido, al mismo tiempo como ruptura y continuidad del Nouveau Traité de Psychologie de Dumas.

En todo caso, los elementos de continuidad y ruptura, presentes en la empresa editorial francesa adquirirían un nuevo significado en la edición castellana. En efecto, en Argentina ambos tratados se editarían casi simultáneamente. El Nuevo Tratado de Psicología, comenzaría a ser editado por Editorial Kapelusz en 1948, publicándose los fascículos correspondientes al tomo octavo en 1951 (Dumas, 1948-1951). Inmediatamente, en 1952, la misma editorial comenzaría la edición del Tratado de Psicología Aplicado que finalizaría en 1961. En tal sentido, para el lector argentino, ambos tratados podían ser visualizados como dos aspectos de un mismo proyecto editorial.

De cualquier manera, la edición de obras de tal envergadura por parte de Kapelusz, ponía de manifiesto al menos dos cuestiones. Desde el punto de vista científico, la existencia de un estado relativamente cristalizado de teorías, de técnicas y de prácticas de intervención. Y desde el punto de vista de la industria cultural, la existencia de un público capaz de consumir ese “producto” –aunque al mismo tiempo, la edición de la obra promovería la consolidación de ese público-.

Sintetizando, Kapelusz constituía una de las editoriales más importante para la conformación de un público interesado en temáticas relacionados con los problemas de la psicología, especialmente en su cruce con cuestiones educativas. Y dentro de esa caracterización general, el interés por la edición de textos destinados a la evaluación de aspectos de la personalidad sería una constante en Kapelusz. En efecto, en 1946 publicaría Los Tests de Béla Székely (1946), texto que luego sería reeditado y aumentado en varias oportunidades, al que luego se sumaría el libro segundo del Tratado de Psicología Aplicada, el cual incluía trabajos del propio Piéron,  de Faverge y de Pierre Pichot.

Otra editorial que al promediar el siglo comenzaba a desplegar una obra significativa en el campo de la edición de textos psicológicos era Paidós, que había sido fundada por Enrique Buttelman y Jaime Bernstein. En el campo de las técnicas de evaluación de la personalidad, en 1960, Paidós editaría un pequeño libro de Pierre Pichot, Los tests mentales, que había aparecido por vez primera en francés en 1954, y que se había reeditado en misma lengua en 1956 (Pichot, 1960). Y un año después, editaría otro texto pequeño de Guy Palmade, La psicotécnica, cuya primera edición francesa era de 1948 (Palmade, 1961). En cierto sentido, como en seguida analizaremos, estos dos pequeños textos venían a substituir el Tratado de Piéron, en particular su libro dedicado a la psicotécnica.

Hay algunas cuestiones que merecen ser analizadas de la edición del texto de Pichot. En primer lugar, que estaba enmarcada en una presentación, supervisión y apéndice a cargo de Jaime Bernstein, a quien se presentaba como “Profesor de Psicometría de la Universidad del Litoral y Profesor de Técnicas Proyectivas de la Universidad de Buenos Aires.” Segundo, la presentación, ya desde el título, “Las guías de tests en la bibliografía castellana”, pretendía orientar al lector sobre la cuestión. Y en tercer lugar, algunas afirmaciones de Bernstein venían a fundar una tradición psicometrista que emparentaba la psicología con la psiquiatría, en el mismo momento en que omitía otra tradición psicométrica, que vinculaba a la psicología con la psicotecnia y desde allí con el campo del trabajo y la educación:

Entre los autores franceses, es al doctor Pierre Pichot, psiquiatra y psicometrista, formado junto a Jean Delay y a H. Piéron, a quien los psicólogos de hoy adeudan uno de los más largos y sostenidos esfuerzos encaminados a difundir los tests mediante presentaciones de conjunto, y los psiquiatras su empeño en promover la introducción del instrumental psicométrico en la clínica de la patología mental. Este empeño, casi solitario –paradojalmente-  en la patria de Binet, ha beneficiado en cierta medida a los estudiosos y expertos de otros países, en especial de los hispanoparlantes, que encontraron en sus obras una valiosa ayuda en este último rumbo (tempranamente iniciado en castellano por otros psiquiatras, en España por Mira y Lafora, y más tarde en la Argentina por Serebrinsky). (Bernstein, 1960a, pp. 7-8; los subrayados me pertenecen). 

Por lo pronto, llama la atención los destinatarios de estas páginas: psicólogos y psiquiatras. Con ello, Bernstein estaba contribuyendo a instalar una tradición, hasta allí escasamente transitada, operación que sólo podía realizarse omitiendo otras tradiciones. En segundo lugar, también resulta sorprendente la mención de un “empeño casi solitario” para difundir los tests mentales, omitiendo señalar allí el esfuerzo –intelectual y editorial- dirigido por Piéron y su equipo (entre ellos el propio Pichot), en la edición del Tratado de Psicología Aplicada, el cual, en 1960 ya había publicado seis volúmenes, pero que igualmente ya había sido presentado en su conjunto. El velamiento se completaría cuando expresamente se afirmara que la obra de Pichot presentada, constituía “la primera exposición de conjunto y la primera guía en lengua francesa que presenta sistemáticamente unos ciento cuarenta instrumentos de examen psicológico”, lo cual resultaba inexacto, en relación con el Tratado.

En esa dirección, la presentación no podía desconocer el Tratado, sobre todo porque en el libro segundo incluía un largo capítulo de Pichot. En ese sentido, la presentación recurriría a tres operaciones, que, al mismo tiempo que reconocían ese antecedente, lo desautorizaban. La primera operación, cuando se afirmaba que el largo capítulo de Pichot en el Tratado, apenas “reseña en unas treinta páginas las técnicas de observación, los cuestionarios y los tests proyectivos principales” (Bernstein, 1960a, p. 9).  La segunda, cuando esa edición de Pichot en el Tratado, no resultaba reconocida en su verdadera magnitud, es decir como una parte de un Tratado mucho más amplio; al contrario, la cita de Berstein omitía cualquier mención al Tratado: la obra de Pichot anterior quedaba entonces, desdibujada en un libro de Piéron sobre Metodología Psicotécnica. Y la tercera operación, verdaderamente original, no se producía en la presentación sino en el Apéndice. Allí Bernstein iba a presentar un erudito y muy minucioso catálogo de obras relacionadas con el tema, publicados en distintos países de Europa,  en Estados Unidos y publicadas en castellano. En ese listado impresionante, el capítulo de Pichot y el capítulo de Piéron sobre tests mentales publicados en el Libro II del Tratado –aquí sí connotado como Tratado- quedaba absolutamente extraviado, en un conjunto de obras que arrancaban de 1904 (Bernstein, 1960b).

Pero eso no era todo. Si las menciones al Tratado eran veladas, Bernstein en cambio, excluía de su largo listado, toda mención a otra obra de verdadera envergadura, también de Kapelusz, igualmente disponible para el público hispanoparlante: Los tests de Béla Székely, cuya primera edición, original en castellano, había aparecido en 1946 (Székely, 1946). Más llamativa esa omisión porque Székely exponía en la primera edición más de un centenar de pruebas.

Székely, de origen húngaro y radicado en el país desde 1938 (Geuter & León, 1997), había dedicado la primera edición de Los Tests “a la memoria de mi madre, Estera Hartmann de Székely, maestra, asesinada,  a los 73 años, por los nazis”. La obra, que también había aparecido en  la Biblioteca de Ciencias de la Educación de Editorial Kapelusz, alcanzaría un rápido éxito de ventas. El director de la colección, Alfredo Calcagno, se refería a dicho éxito de público, al prologar la segunda edición de dicha obra:

La primera edición de Los Tests fue distribuida en pocos meses, obligando a hacer una reimpresión inmediata, cuyos ejemplares se han agotado también con rapidez. La demanda incesante del libro, su aplicación general y los elogios con que ha sido recibido en todas partes, confirman cuanto dijimos acerca de la importancia, utilidad y oportunidad de su publicación (Calcagno, 1948, p. XXVII).

Ya esa segunda edición, había aumentado considerablemente el número de tests y se publicaba en dos tomos (Széley, 1948). Y en 1960, en momentos en que Jaime Bernstein presentaba el pequeño texto de Pichot en Editorial Paidós, Kapelusz anunciaba la cuarta edición del libro de Béla Székely, ya en tres tomos y enormemente ampliada (Székely, 1960).

En tal sentido, la afirmación de Bernstein, que la obra de Pichot constituía “la única guía en nuestro idioma que viene a cumplir con justeza una necesidad específica del estudiante y del estudioso de psicología”, resultaba, por lo menos, infundada (Bernstein, 1960a, p. 10; el subrayado me pertenece). Pero, al mismo tiempo, esa expresión brinda la clave para interpretar la posición del autor. Todas las operaciones adquirían sentido, a partir del lugar desde el cual Bernstein emitía sus juicios. En efecto, no se trataba de un editor como cualquier otro el que opinaba; era la autoridad del profesor universitario la que se expresaba. Y al expresarse como profesor universitario de las dos carreras de psicología con mayor cantidad de alumnos en el país, en Buenos Aires y Rosario, Bernstein ponía en evidencia el público al cual estaba destinado principalmente su mensaje: los estudiantes de las nuevas carreras de psicología.

En esa dirección, Ovide Menin, quien en la primera mitad de los cincuenta había iniciado estudios en la Carrera de Psicotécnico de la Universidad del Litoral, testimonia que cuando los alumnos de dicha carrera fueron “incorporados” a la carrera de psicología de dicha universidad, en Rosario, uno de los nuevos profesores, Jaime Bernstein, sugería no utilizar el uso del libro de Béla Székely. Menin se preguntaba si esa poca valoración hacia el libro de Béla Szkély, podía haberse fundado, entre otras razones, a las simpatías que Székely había mostrado hacia el regimen peronista, desalojado del poder por un golpe militar en 1955. Con todo, Ovide Menin reconocía que con el correr del tiempo, aun aquellos profesores menos entusiastas inicialmente con el texto de Székely, terminaron por aceptar el valor que había representado, e inclusive, alguno de ellos, por ejemplo, Nicolás Tavella, colaboraría en algunas de las ediciones posteriores de la obra (Menin, comunicación personal, 1999).

En cualquier caso, resulta notorio que la consolidación de las carreras de psicología en el país, iría encumbrando a Paidós y reduciendo cada vez más el perfil de Kapelusz al de una editorial dedicada a temas educativos. Mirado a la distancia, resulta indudable que Paidós acompañó o mejor todavía, promovió un proceso de transformación y recambio de figuras, modelos y teorías en el campo que los jóvenes estudiantes de psicología venían demandando crecientemente en aquel contexto de fuerte protagonismo estudiantil analizado por el historiador Oscar Terán (1993).

El fondo editorial de Kapelusz en el campo de la psicología, en cambio, había privilegiado a autores más consagrados y posiblemente más rigurosos, pero, al mismo tiempo, de menor impacto en los grupos renovadores de la disciplina. Por su parte, los libros de aquella magnífica colección de Editorial Paidós, “Biblioteca del Hombre Contemporáneo”, relativamente breves y no muy costosos, suponían hábitos de lectura y de relación con los libros bien diferentes a los tratados de varios tomos editados por Kapelusz, posibles de consultar casi exclusivamente en bibliotecas.

En tal sentido, la silenciosa cruzada de Paidós contra Kapelusz no podría haberse resuelto más que con la hegemonía definitiva de la primera, sobre todo a partir de que avanzara la década del sesenta. Y también por ello, el aspecto que presentaba la psicología hacia 1970, en lo cognoscitivo, lo tecnológico y lo praxiológico, tendría muy poco que ver con el aspecto que había tenido al promediar el siglo.

 

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Data de recebimento: 09/08/2001
Data de aceite: 10/10/2001
 
Memorandum, Out/2001
Belo Horizonte: UFMG; Ribeirão Preto: USP. 
http://www.fafich.ufmg.br/~memorandum/artigos01/klappenbach01.htm

 

 

 

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